Increíble cómo pasa el tiempo de rápido. El 2024 ya casi se acaba, pero afortunadamente vivimos una de las épocas más especiales del año, llegó la hora de compartir, de dar y, sobre todo, de disfrutar con la familia.
Estoy convencida de que durante la Navidad todo cambia, se vuelve mágico y saca lo más especial de las personas. Para quienes hemos vivido momentos difíciles de diversa naturaleza, es tiempo de gratitud, un valor esencial, pues al fin de cuentas las dificultades traen bendiciones ocultas, pues son una forma de recordarnos todo aquello maravilloso que tenemos, empezando por la salud.
Este tiempo nos recuerda lo verdaderamente importante, y a quienes no lo tienen tan presente les cuento sobre un pequeño video que me compartieron. Trata sobre la experiencia de varios adultos mayores y niños a quienes se les preguntó qué querían para Navidad (en este caso). Los niños, como era de esperar, escribieron listas de juguetes, mientras que los adultos, en todos los casos, se decantaron por cosas inmateriales como la salud, las visitas de la familia, la compañía y la felicidad. Un video muy conmovedor, pero también aleccionador.
Es tiempo igualmente para honrar a aquellos que nos han dado su amor, tiempo y educación. Nuestros padres, abuelos o esas personas importantes en nuestras vidas, que en mi caso, algunas ya no están, pero recuerdo sus enseñanzas y consejos en múltiples momentos.
Con todo el respeto a otras creencias, es tiempo de celebrar la Natividad y el nacimiento de nuestro señor Jesucristo, quien nos enseñó a amar y a dar, y nos mostró la importancia de la gratitud y la solidaridad. Recordemos siempre, que podemos hacer la diferencia para los que menos tienen y practicar la esencia de la cristiandad.
Gracias amigos y amigas lectoras por doce meses de acompañarme en la lectura de mis columnas y hacerme llegar sus comentarios, preocupaciones e incluso, críticas, pues estas me hacen crecer como ser humano y columnista.
Aprovecho para desearles a ustedes y sus familias unas maravillosas celebraciones y esperar que Dios nos ilumine para que en el 2025 queden atrás los discursos de odio y negativismo que a nada llevan y recuperemos eso tan lindo de los costarricenses que es la capacidad para conversar y unirnos con respeto.