Para Costa Rica, ha sido un buen año en términos de la macroeconomía. La producción crece fuerte, la tasa de desempleo cae, la inflación es baja (negativa), el Banco Central acumula gran cantidad de reservas internacionales y el peso de la deuda pública sobre la producción es menor gracias a que el gobierno ha mantenido la disciplina fiscal. A escala micro, hay indicios de que aún queda espacio para mejorar.
La producción fuera de las zonas francas no es tan dinámica. Hay una parte significativa de la población que no se beneficia del bum relacionado con la inversión extranjera que ingresa al país. El número de personas trabajando ha bajado y, entre los que trabajan, la informalidad sigue siendo alta. Los salarios reales crecen poco, especialmente para quienes desempeñan las actividades menos dinámicas.
La aplicación de la regla fiscal ha hecho que el gobierno sacrifique parte de la inversión en infraestructura y educación, así como la ayuda social a los más vulnerables, lo cual puede tener consecuencias muy negativas en el futuro.
El estilo del presidente Chaves, poco conciliador, despreciativo de los consejos y críticas, sean de la prensa, de la oposición o del público en general, podría estar restando fuerza a los cambios que prometió en campaña.
Sus ataques, desmedidos en mi opinión, contra las instituciones que no están bajo su absoluto control ponen en peligro la estabilidad institucional y democrática del país. La estabilidad ha sido una de nuestras ventajas competitivas cuando hemos salido al mundo a atraer inversión. Tener reglas claras, transparentes y estables en el tiempo es un factor fundamental para obtener los buenos números macro de este año.
Costa Rica tiene aún espacio por mejorar. Hay mucho que cambiar. Pero no por eso hay que tirar por la borda lo que sí nos ha funcionado medianamente bien.
Con el año que acaba, también terminan mis “Letras de cambio”. Esta es mi última columna semanal. Estoy sumamente agradecido con La Nación por haberme permitido expresar mi opinión libremente durante dieciséis años. Sin ningún tipo de presión o censura. Estoy también muy agradecido con mis lectores, quienes siempre han sido mi inspiración para escribir. Les prometo que seguiré tratando de aportar al análisis y mejora del funcionamiento de la economía nacional, como siempre lo he hecho.
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El autor es economista.