Columnistas

Función de gala

Qué envidiable me resulta la imagen de un escritor hablando desde el redondel, encandilado por la luz de los reflectores, antes de la entrada triunfal de los payasos

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Cuenta Rubén Darío, en su autobiografía, que tendría unos trece años cuando se despertó en él “una erótica llama” provocada por “una apenas púber saltimbanqui norteamericana, que daba saltos prodigiosos en un circo ambulante”. Se llamaba Hortensia Buislay.








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