Los servicios predominan en las economías y en la generación de empleo en América Latina y el Caribe, donde representan entre la mitad y dos tercios de estos agregados en la mayoría de los países de la región.
De acuerdo con la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, la actividad adquiere cada día una mayor importancia relativa, ya que es responsable de dos tercios del crecimiento de la productividad en los países en desarrollo.
Paralelamente, la cuarta revolución industrial, impulsada por nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial, la computación en la nube, la impresión 3D o la internet de las cosas, estimula la “servicificación”, facilitando que los servicios se constituyan en un insumo clave para otros sectores, como la agricultura, la minería y la manufactura.
De hecho, los servicios contribuyen a mejorar la capacidad productiva al proporcionar insumos esenciales a otros campos mediante encadenamientos productivos. Asimismo, los avances tecnológicos han facilitado el crecimiento del comercio internacional de servicios. Así, servicios que demandaban proximidad entre consumidores y oferentes ahora son comerciados a distancia lo que posibilita a las empresas penetrar en mercados globales a más bajos costos.
Los servicios de tecnologías de la información y la comunicación (TIC) constituyen la columna vertebral del comercio habilitado digitalmente, al proporcionar la infraestructura de red necesaria y apuntalar la digitalización de otros tipos de servicios. Una vez que las actividades de servicios pueden digitalizarse, se transfieren a través de redes electrónicas a escala internacional.
Incremento
Desde principios de siglo se observa un crecimiento sostenido en el comercio mundial de servicios, superior al del comercio de bienes. Es tanto así que se comercian más servicios que bienes, cuando se consideran también los servicios incorporados en los bienes transados internacionalmente.
Este hecho se constata con mayor fuerza en los denominados servicios digitales, en palabras de la OCDE, “todo aquello que se ordena o se entrega digitalmente”. Específicamente, el comercio generado por la prestación de servicios TIC (v. g. servicios de telecomunicaciones, diseño de sistemas informáticos, desarrollo de programas informáticos y tareas conexas) y servicios habilitados por las TIC, tales como gestión de recursos humanos, nóminas de salarios, contabilidad, diseño arquitectónico, investigación, desarrollo, edición, servicios financieros, seguros, pensiones, cargos por propiedad intelectual y otros servicios empresariales.
Por otra parte, a los servicios digitales también se les denomina servicios modernos o servicios basados en el conocimiento, ya que estos se definen en general como aquellos para los que las TIC desempeñan un papel importante en la facilitación de su comercio.
De acuerdo con la Cepal, los servicios digitales han sido la categoría más dinámica del comercio mundial en los últimos 20 años, gracias a la revolución digital y la introducción masiva de la banda ancha a partir del 2000.
La literatura señala que las exportaciones de servicios digitales no solo contribuyen a incrementar el ingreso de divisas, sino también son una fuente muy significativa para incrementar la productividad de la economía como un todo, a través de la prestación de servicios sofisticados y de la generación y transferencia de conocimientos (derrames de productividad), lo que los transforma en motores de crecimiento para países en vías de desarrollo.
Además, y quizás lo fundamental, también se señala que el comercio de servicios digitales ayuda a promover un crecimiento inclusivo a través de nuevas oportunidades de empleo e innovación; a la sostenibilidad, facilitando alcanzar algunos de los objetivos de desarrollo sostenible; a adaptarse a la transformación estructural y al cambio tecnológico y a generar más resiliencia a perturbaciones o choques externos.
El comercio de servicios digitales tiene una gran importancia para el crecimiento inclusivo, debido a las oportunidades de encadenamientos productivos entre empresas exportadoras y empresas de menor tamaño (pymes), además de ser relativamente intensivos en el uso de recursos humanos.
Costa Rica como caso de éxito
Nuestro país es el principal exportador per cápita de servicios digitales en América Latina y el Caribe. Pasamos de exportar $600 millones en el 2005 a $5.700 millones en el 2019, una tasa de crecimiento anual del 17,4 %.
Las ventas al exterior pasaron de representar un 19 % de todas las exportaciones de servicios del país en el 2005 a representar un 52 % en el 2019. Según cifras del Banco Central, se estima que operan en el país más de 16.000 empresas dedicadas a los servicios digitales (de capital nacional y extranjero).
Nos hemos especializado en las exportaciones de servicios de consultoría profesional y de gestión y servicios técnicos. Somos sede de varias empresas transnacionales que prestan servicios a todas sus sucursales en las Américas y cada vez más a otros continentes.
Costa Rica ha tenido una política de larga data en la formación de profesionales en el ámbito de servicios de consultoría profesional, de gestión, técnicos e informáticos, la promoción de un sector doméstico en servicios digitales y la atracción de empresas extranjeras en este mismo sector, atraídas en parte por los incentivos vinculados a las zonas francas, pero principalmente por la calidad del recurso humano, la infraestructura digital y la estabilidad económica y política.
Cabe resaltar la coordinación y ejecución de políticas a cargo de entidades altamente especializadas en la atracción de IED, la promoción de exportaciones de servicios digitales y la política comercial —tratados de libre comercio que abren los mercados extranjeros a las ventas de SD y garantiza seguridad jurídica a la IED en SD orientada a la exportación (tríada Comex, Procomer y Cinde)—. Así como políticas visionarias desde hace más de tres décadas, en materia de apertura comercial (Costa Rica eliminó los aranceles y otras barreras a la importación de hardware y software en el primer gobierno de Óscar Arias), somos uno de los países con menores barreras de entrada (regulaciones) a las importaciones de servicios digitales en el mundo, hemos diseñado un exitoso programa de informática educativa mediante una alianza entre la Fundación Omar Dengo y el Ministerio de Educación.
Más recientemente, logramos la apertura del mercado de las telecomunicaciones, la creación del Ministerio de Ciencia, Innovación, Tecnología y Telecomunicaciones y la Superintendencia de Telecomunicaciones, todo lo cual incrementó la cobertura de internet de banda ancha en los hogares y las empresas.
En la era de la automatización e inteligencia artificial, cuando la creación de empleos es cada vez más difícil en la manufactura y en la agricultura, impulsar el desarrollo del sector de los servicios, no solo los digitales, debería ser parte de una política pública para un crecimiento económico más inclusivo.
La clave está en diseñar políticas que favorezcan el crecimiento de la productividad, tanto en el sector formal como en el informal. Un asunto que trataré en otro artículo.
El autor es presidente de la Academia de Centroamérica.