Una buena noticia dio la vuelta al mundo. La hoja de ruta de la Unión Europea (UE) navega rumbo a la eliminación de la pesca de arrastre, gradualmente, de aquí al 2030. La decisión descalifica la hoja de ruta de Costa Rica, donde la brújula del Ministerio de Ambiente y Energía (Minae) y el Instituto Costarricense de Pesca y Acuicultura (Incopesca) más bien apunta a revivir la práctica con base en estudios puestos en duda.
Para justificar la decisión, el comisario europeo de Medio Ambiente, Océanos y Pesca, Virginijus Sinkevicius, dijo algo que a todas luces está confirmado: “La pesca de arrastre es una de las actividades más extendidas y perjudiciales para los fondos marinos y el medioambiente”.
Lo que no dijo es que detrás de ella hay intereses económicos para convencer a los gobernantes de no abolirla. Igual ocurre aquí, donde el sector se mueve para reanudarla, aunque en el 2013 la Sala IV la prohibió debido a los “graves” daños que causa al barrer el fondo del mar, pues, aunque la intención es capturar camarones, atrapa peces pequeños sin valor comercial, cangrejos, tortugas, tiburones y rayas, y destroza ambientes marinos.
Atropelladamente, el Minae y el Incopesca ordenaron un ensayo en ocho embarcaciones semiindustriales con la red “AA Costa Rica”, la cual no pasó ninguna verificación internacional. Su logro es que por cada tonelada arrastrada en el lecho marino, captura un 75 % de camarón y un 25 % de otras especies. Ese 25 % representa aún una enorme destrucción marina.
El estudio que sustenta la red es puesto en duda por “errores”, el “pobre diseño experimental” y “el mal análisis de datos”, como alertaron el biólogo Andrés Beita Jiménez, de la Universidad de Newfoundland, Canadá, y expertos de las Universidades de Costa Rica y Nacional y la fundación MarViva. Lo descalifica, además, la ausencia de esas universidades y de MarViva en la realización del “estudio”.
La poca transparencia en el proceso despierta dudas. Tanto cuestionamiento invalida el “estudio”. Lo que sí evidencia el “ensayo” es una forma velada del gobierno de revivir la pesca de arrastre en momentos en que el mundo desarrollado, como la UE, va por su abolición.
Ingresó a La Nación en 1986. En 1990 pasó a coordinar la sección Nacionales y en 1995 asumió una jefatura de información; desde 2010 es jefe de Redacción. Estudió en la UCR; en la U Latina obtuvo el bachillerato y en la Universidad de Barcelona, España, una maestría en Periodismo.
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