Con su más reciente obra cinematográfica, El disidente, el laureado director Bryan Fogel procura presentar la vida y el asesinato de Jamal Khashoggi, el ilustrado comentarista que despertó los celos y la ira del heredero del rey de Arabia Saudita.
Fogel obtuvo una transcripción de las grabaciones secretas turcas del repugnante asesinato de Khashoggi, su cadáver luego desmembrado por un equipo de homicidas turcos sufragados por los sauditas. Estos últimos observaban las acciones en Estambul por control remoto, desde Riad.
El cadáver del periodista fue transportado a la residencia del cónsul saudita, donde fue quemado en un horno usado para asar carnes en las cenas oficiales.
Fogel ganó otra exclusiva a través de largos meses de conversaciones con la prometida de Khashoggi, la profesora universitaria Hatice Cengiz, quien devino en una fuerte presencia moral en esa horrorosa experiencia. Cengiz fue la persona que acompañó a su prometido al consulado saudita el día de su asesinato, donde él gestionaba un documento que le permitiría casarse con ella. Cengiz miraba hacia la puerta del despacho desde lejos. Kashoggi nunca salió de ahí.
Cuando Cengiz y Khashoggi se conocieron, él ya estaba en conflicto con la monarquía de la nación debido a la crítica a sus principales figuras. Objetaba públicamente la política contraria a la Primavera Árabe.
Asimismo, se trabó en graves objeciones a las posiciones voceadas por el heredero, Mohamed bin Salmán, personaje conflictivo y dado a polemizar, a sabiendas de que estaba vedado hacerlo verse mal.
Para culminar sus disputas, el periodista reveló que la verdadera vocación totalitaria del heredero oficial era liquidar antagonistas en ríos y cementerios.
La situación se tornó imposible para Khashoggi, quien aterrizó en Washington D. C. en el 2017. Ahí, logró convertirse en columnista del Washington Post.
Existe una causa para no dar espacio mundial a la cinta: la mayoría de los productores no desean antagonizar con Washington, y hacer negocios en Estados Unidos resulta crucial para ellos. Y, así, bendijeron con su silencio cómplice el horrendo asesinato que hoy, irónicamente, ocupa la atención pública.
El director espera que la nueva administración de Biden vea con ojos más realistas esta tragedia.