Cuando se anuncia la inflación, se presenta un solo dato: el IPC del año. Cada año se anuncia el dato, producto de un borrón y cuenta nueva. En realidad, los precios no comienzan desde cero cada año; acumulan lo anterior. Además, cada hogar es afectado de manera diferente porque consume su propia lista de productos, cuyos precios evolucionan con el tiempo.
Como dice el dicho, “se ve color de perro corriendo”, lo que describe la percepción general. Pero cuando el perro no corre, comienza a verse la diversidad de colores. Igual sucede con muchos indicadores. Veamos.
El INEC mide la inflación principalmente a través del índice de precios al consumidor (IPC), que se calcula y publica mensualmente. El INEC establece una canasta de bienes y servicios que sean relevantes, esto es, que una proporción de la gente los consuma, y en una proporción del total de su consumo.
Para definir esa canasta, el INEC realiza la encuesta de ingresos y gastos recurrentemente. Así se establece el año base. No es una encuesta típica de opinión: los miles de hogares seleccionados en la muestra deben anotar sus ingresos y gastos durante alrededor de un mes, bajo la supervisión del INEC. La más reciente originó una base de canasta en el 2020.
A partir de esa canasta, mes a mes, el INEC observa un conjunto muy amplio de establecimientos para medir el comportamiento de los precios. Incluye el consumo básico, propio de los hogares de ingreso bajo, tales como arroz, frijoles, huevos, servicios públicos. También incluye bienes como la compra de autos o pasajes aéreos. La suma ponderada de los precios y su comparación con el mes anterior da el dato general de inflación.
Lo que muestra el IPC
En el país, las peores incertidumbres fueron cediendo, tanto por la superación de la peor situación fiscal en varias décadas como por la pandemia. Luego, desde diciembre del 2020, lo que muestra la evidencia es que el IPC ha generado golpes diferenciados más que significativos a los tres sectores de ingreso y que se ha ido acumulando con el tiempo.
No es práctico llevar un IPC personal, para cada persona, pero sí se puede desagregarlo para ver el IPC propio de los hogares de ingreso bajo, de ingreso medio y de ingreso alto. Es lo que se ve en los colores de las líneas del gráfico.
Durante ocho meses del 2021, el IPC de los hogares de ingresos bajos tuvo valores negativos, es decir, el comportamiento de los precios mejoró la condición de estos hogares. Los de ingreso medio y alto sí tuvieron un crecimiento. En esos meses, la brecha fue favorable para los hogares de ingresos bajos.
Base diciembre del 2020
FUENTE: Miguel Gutiérrez S. || INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.
Durante el resto del año 2021 y 8 meses del 2022, el IPC creció con celeridad, por influjo de variables externas, como problemas de encarecimiento en las cadenas de suministros, elevación de materias primas, entre otros.
El problema fue compartido y las brechas entre sectores de ingreso se redujeron. Ya en el tercer trimestre del 2022 tanto la inflación internacional como la nacional dejó de crecer; además el colón comenzó un empinado y sistemático camino de revaluación. En este trecho, las brechas crecieron a favor de los sectores altos y, en menor medida, de los sectores medios.
Los sectores de ingreso alto ya tienen sustancialmente precios menores, pues su canasta se encareció, con un máximo de un 14% y ahora la pagan un 7% más cara que en diciembre del 2020. Los sectores medios compran ahora a precios algo menores, la inflación acumulada pasó del 14% al 12%.
Los sectores de ingreso bajo, apenas notan una mejoría, pues pagaron su canasta casi un 14% más caro y ahora lo hacen un 12%. Subieron parejo en un 14%, pero han bajado de manera distinta manteniendo el golpe para los sectores medios y bajos.
Favorecidos los de mayores ingresos
Por lo tanto, los precios no se han recuperado para todos, y las condiciones han sido mejores para quienes tienen mayores ingresos. No todos los perros tenían color de perro corriendo.
Nótese que la situación del tipo de cambio que ha tenido como consecuencia la baja de la inflación no auspicia un crecimiento de los exportadores, el turismo, la manufactura para la exportación, ni para el mercado interno ni para la exportación.
Hoy tenemos bajas, muy bajas inflaciones, competitividad disminuida, desempleo casi el doble del desempleo friccional, amplios recursos productivos ociosos, pobreza estancada, creciente desigualdad y escasa generación de ocupación y empleo formal.
Sin embargo, algunos ortodoxos, no sin influencia en la toma de decisiones, han hecho poco para revertir esta situación negativa; solo recientemente redujeron la tasa de política monetaria.
Tendríamos que estar discutiendo la alineación de políticas sociales y económicas (fiscal, monetaria, cambiaria, de fomento, etc.) para el impulso productivo. No debemos confiar en la vaga esperanza de que la superestabilidad generará un nuevo impulso económico.
miguel.gutierrez.saxe@gmail.com
El autor es economista.