En el ranquin de desarrollo humano 2021 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el índice de Grecia, Panamá, Costa Rica y Argentina aparecen en posiciones muy altas, pero al comparar los indicadores sobre igualdad, orden fiscal, balanza de pagos y excelencia en educación media y universitaria con países del norte de Europa, en realidad andan entre alto-medio e intermedio.
A lo largo de la historia han sido promovidas infinidad de teorías del desarrollo, desde las censurables tesis racistas hasta las que lo condicionan en función de situaciones climáticas, ambientales y de existencia de recursos naturales.
La experiencia histórica y estadística parece demostrar que es el sistema cultural de las sociedades lo que las condiciona.
En un artículo anterior, titulado “La influencia de los sistemas culturales en el desarrollo” (21/9/2021), expuse tres niveles en que se encuentran las naciones, cuya calificación es la siguiente: una élite de países está ubicada en la cúspide de la escala de desarrollo; un segundo gran pelotón es la gran mayoría de los países con desarrollo intermedio; y la gran escala de bajo desarrollo posee enormes cantidades de población en miseria.
Señalé, además, de qué forma los sistemas culturales fundadores de esas sociedades influyen en la prosperidad general o la carencia. Los países élite son aproximadamente 16. Los de desarrollo alto-medio, entre los que nos encontramos los costarricenses, son aproximadamente 138; y con bajo desarrollo figuran 35.
Creencias religiosas
Es preciso advertir que, como señalé, el nivel intermedio de desarrollo material es la escala donde están ubicados la mayor cantidad de países. En esa numerosa categoría, las sociedades abrazan culturas fundadas sobre algún sistema de legalidad moral o modelo de espiritualidad con compromiso moral.
En lo moral, hay tres grandes vertientes: 1. sociedades religiosas cuyas prácticas conllevan conductas de complimiento de reglas morales preestablecidas, como la islámica, judía y las distintas denominaciones del cristianismo; 2. sociedades cuyos fundamentos existenciales están impregnados por culturas filosóficas, como el budismo, el taoísmo y el confucianismo, todas en el Extremo Oriente; 3. sociedades influidas por los sistemas ateos, como China o lo que en el pasado fue la URSS. Estas vertientes influyen en todas las naciones donde el índice de desarrollo material es intermedio.
Dentro del conjunto de naciones fundado sobre el sustrato de religiones con reglas morales, se encuentran países europeos occidentales, de Europa del este e Hispanoamérica. Tienen como común denominador su raigambre tanto cristiano-católica como ortodoxa.
Un segundo colectivo de naciones con desarrollo intermedio, fundado sobre el sustrato religioso que implica el cumplimiento de conductas morales impuestas, son las islámicas. En ese conjunto, dentro del estrato medio, la más alta posición la ostentan los Emiratos Árabes Unidos (lugar 31) y la cierra el último país mahometano en la escala intermedia, las islas Comores.
Cabe destacar que ningún país musulmán ha logrado entrar en la élite de países con muy alto desarrollo humano. Solo lo integran 16, de los cuales forman parte uno de origen budista, Singapur, y 15 influidos por el cristianismo.
En la segunda gran vertiente, las sociedades erigidas sobre culturas filosóficas se ubican también en el orden intermedio de desarrollo. Excepto Singapur, que está en la élite de los 16.
Japón encabeza el listado de las naciones en las altas posiciones del desarrollo intermedio y el registro finaliza con Birmania (Myanmar), donde el 90% de la población es budista.
En la tercera vertiente de sociedades basadas en sistemas moralizantes, se hallan las sustentadas en modelos ateos, como es el caso de China, en el puesto 85 del ranquin, o Cuba, en la posición 70. Ambas, también, con un grado de desarrollo intermedio.
Rasgos comunes
Prácticamente ninguna nación originada en culturas filosóficas de dicha naturaleza indicada de legalidad moral se sitúa en el conjunto de países de bajo desarrollo. Nótese el interesante dato: las naciones moralizantes, desde los países con raíces cristianas del norte de Occidente —que son la élite en el desarrollo— hasta los de legalidad ateísta tienen en común que su sistema les permitió evadir la miseria y escapar del fondo de la clasificación del desarrollo.
Las únicas excepciones son Afganistán (musulmana), que en el 2020 ocupaba el lugar 169 dentro del bajo desarrollo, y la atea Corea del Norte, que, aunque no aparece registro alguno en el ranquin del PNUD, por la imposibilidad de llevarlo a cabo, el PIB per cápita indica el nivel de vida, y en el 2017 fue de $800 aproximadamente.
Con esta cifra, cae al final de la tabla, un puesto cercano al 180 entre 196 países en cuanto a PIB per cápita.
El autor es abogado constitucionalista.