Lo único bueno que ha hecho Rodrigo Chaves por la cultura es propiciar la lectura de La loca de Gandoca.
En agosto, las ventas de la novela La loca de Gandoca se triplicaron con respecto al promedio de marzo a julio en la Librería Internacional, y la Editorial Costa Rica, a mediados del mes anterior, ya había sobrepasado el total de ventas del 2023, según datos confirmados por ambas editoriales.
La obra se reimprimió hace poco para saciar a los lectores de Anacristina Rossi, quien hace 30 años denunció en la ficción por primera vez una realidad espeluznante en el Refugio de Vida Silvestre Gandoca-Manzanillo.
El domingo, pregunté en la nueva tienda de la Internacional, en Plaza Mayor, donde antes se ubicaba la Lehmann, y la asesora me respondió: “Acabamos de vender los dos ejemplares que nos quedaban”.
Una se pregunta si el aumento en las ventas —aunque no estemos hablando ni siquiera de cientos de miles— se debe a casualidad, curiosidad, conciencia ambiental o a los profesores de tercer año recomendando la obra a sus alumnos, por estar dentro de esa categoría en la lista de lecturas del Ministerio de Educación Pública (MEP). El interés por la literatura es una buena noticia, y si se tratara de lo último, todavía más, por su entronque social desde los primeros años.
Sin embargo, como en la frase proverbial, los árboles, paradójicamente, no dejan al gobierno ver el bosque. Las rencillas con los rectores de las universidades públicas, impregnadas más de emoción que de reflexión, le impiden ser consciente de la situación en su conjunto, y en consecuencia, Hacienda castiga presupuestariamente la enseñanza pública desde preescolar hasta secundaria, es decir, el segmento más débil.
Apreciar el valor de Gandoca-Manzanillo no requiere, desde luego, ser graduado de la UCR, pero sí algo de educación ambiental. En un humedal habitan millones de microorganismos que desempeñan papeles esenciales en diversos ecosistemas. No son simples “hierbas”, sino un complejo sistema para la preservación de la vida.
Pretender determinar el daño causado a un humedal dando una vueltita por el lugar, como hizo el presidente Rodrigo Chaves, es distinto. ¿Cuánto se destruiría durante la apertura de un camino de 223 metros sobre el humedal, por poner un ejemplo? Los biólogos de la UCR o de la UNA pueden ofrecer una respuesta exacta, y los peritos del OIJ también.
La autora es editora de Opinión de La Nación.