Isabella del Milagro Gutiérrez Herrera vivió menos de una semana; no obstante, su breve existencia destacó la necesidad de “revisar los procedimientos” en el tratamiento de bebés prematuros, especialmente aquellos con bajas expectativas de vida. También resaltó la importancia de fortalecer los recursos institucionales para brindar atención más ágil y adaptar el lenguaje técnico al cotidiano.
Estas lecciones se desprenden de una entrevista realizada por la periodista Ángela Ávalos a Jaime Lazo Behm, especialista en neonatología y subdirector general del Hospital Nacional de Niños, publicada en La Nación el 11 de enero.
La investigación interna en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) determinará si el hospital siguió el protocolo, pero es preciso, como sugiere Lazo, “revisar los procedimientos”.
Más allá de lo técnico, la CCSS debería evaluar si el protocolo está actualizado, incorpora los avances médicos y toma en cuenta cambios poblaciones como la postergación de la maternidad, uno de los factores de riesgo, especialmente en madres primerizas, lo cual conllevaría un replanteamiento sistémico igual al requerido para abordar el envejecimiento de las sociedades modernas.
Por ejemplo, Isabella, contra todo pronóstico, soportó el viaje hasta el hospital de Puntarenas, donde, a pesar de la saturación, se le proporcionaron una incubadora y atenciones especiales; aun así murió, pero despierta suspicacias si el centro médico cumplió con la debida diligencia desde el principio, empezando por el adecuado control prenatal de una mujer de 35 años para prevenir, en primera instancia, el parto prematuro.
El país no es principiante en situaciones similares. Nicole nació a las 24 semanas de gestación en el 2018, con un peso de 740 gramos y una talla de 33 centímetros (La Nación, 16/11/2018). Estuvo internada en la Unidad de Neonatología del hospital San Juan de Dios y dos meses después pesaba 1.470 gramos.
Bianka vino al mundo con apenas 27 semanas (La Nación, 13/1/2023). Isabella, de conformidad con los cálculos de la Gerencia Médica de la CCSS, tendría entre 24 y 25 semanas.
En el 2007, en un centro médico de Miami, salvaron a una bebé con solo 23 semanas de gestación, un peso de 284 gramos y una estatura de 24,13 centímetros.
Las proezas médicas son una parte de la labor profesional, el resto de la vida el niño y la familia enfrentarán una serie de desafíos educativos y de crianza. La gran mayoría de los prematuros arrastrarán discapacidades; sin embargo, esos pronósticos nunca deberían ser el fundamento para decidir entre hacer ingentes esfuerzos para salvar a un ser humano o dejarlo morir para evitar sufrimiento.
En esto también desempeña un papel fundamental la educación, otro campo donde reina el desacierto. Cuanto mayor sea el nivel educativo, más fácil es la comprensión de la familia y la toma de una decisión dentro de los linderos de la humanización.
Por otro lado, el fortalecimiento de los recursos institucionales, al cual se refiere Lazo, choca con la pasividad dentro de la CCSS, que aún no ha resuelto problemas crónicos como las listas de espera y la pérdida de especialistas debido a la escasez de cupos para la práctica médica y al negocio de los hospitales privados.
Además, el número de bebés prematuros está en aumento. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), del 2012 al 2021, nacieron 7.320 antes de tiempo.
La CCSS no debería esperar otro video viral para tomar conciencia de que no debe seguir entregando los bebés a las madres y dejándolas solas viéndolos agonizar. La piedad y dar las noticias con empatía, “sin letra de doctor”, cuando no haya nada más por hacer, está intrínsecamente ligado a la vocación.
El precedente establecido por Angie Herrera difícilmente se olvidará en los tres días que, según se dice, dura un escándalo en el país. Después de la denuncia pública hecha por ella, la presidenta ejecutiva de la CCSS informó haber recibido unas 50 quejas similares.
Esperemos no estar ante una situación parecida a la detectada en el 2011, cuando los fallos en la técnica quirúrgica en el Hospital Nacional de Niños incrementaron la mortalidad de bebés con malformaciones cardíacas mal tratadas. La mortalidad alcanzó cifras de hasta un 31 % mientras en otros países no llegaba al 4 %.
Costa Rica, por lo demás, está entre los países con la menor tasa de mortalidad infantil. Esto debe destacarse y nunca perderse.
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La autora es editora de Opinión de La Nación.