En mi casa se ponen las sesiones de la Asamblea Legislativa siempre, pero la mayoría de las veces, lo confieso, me encierro en otra habitación y escucho música, porque me produce una mezcla de vergüenza ajena con rabia oír lo que dicen y cómo lo dicen. En su lugar, prefiero ponerme al día por otros medios.
Tenemos ahí, elegidos por usted y por mí, cada administración, a un grupo de personas que no saben hablar ni comportarse urbanamente. Las composiciones sintácticas son, en ocasiones, similares a las de Cantinflas («cantinflear» es definido por la RAE como hablar o actuar de forma disparatada e incongruente y sin decir nada con sustancia) y sus comportamientos, cercanos a los que se tendría en una fiesta, avanzada la noche.
Quien así habla y se comporta da señales claras de no tener mucha preparación para el puesto de «padre de la patria». Además, ¡cómo estará de menospreciado el arte de la elegancia que algunos diputados ni se esfuerzan por hablar con la entonación propia y adecuada, según lo que estén diciendo, y usen un cantadito populista similar al de quienes desean parecer muy importantes y con gran preocupación por el país!
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En este punto, agradezco a los memes, una de las mejores invenciones de la cultura pop, por leer esos episodios legislativos con ironía, salvándonos así del pesimismo absoluto y la amargura más mortal.
Pero como con memes no salvamos ningún país, debemos interpelar a quienes deseen candidatearse, y empiezo yo. Si usted aspira a un puesto de elección popular, debe tener instrucción intelectual, ética y estética. Si no, carece de la preparación obligatoria —aunque no esté escrita en ningún lado— y nos obliga a pensar que quiere el puesto por otra razón, que no es servir.
Interpelémoslos, sí, sobre todo porque el futuro no se ve mejor si tomamos en consideración, por ejemplo, lo ocurrido el domingo 8 de agosto, en Alajuela, durante la asamblea del PUSC, donde, entre personas interesadas en puestos de elección, hubo empujones, gritos y hasta golpes a una asistente. El escándalo requirió la intervención policial. Aunque esta conducta, aclaro, no es exclusiva de este partido.
No sigamos eligiendo a personas que desprecian el conocimiento y las normas de cortesía, sin las cuales es imposible construir un diálogo y un mejor país. No escojamos gente que quiere el puesto para beneficiarse, para compensar inseguridades, para tener la oportunidad de vengarse de alguien o para llevar una agenda religiosa al terreno que no corresponde. Exijamos a los partidos escoger a la gente preparada para puestos de dirección nacional.
Saquemos el tiempo para informarnos sobre quiénes son: realmente no es difícil darse cuenta, rápidamente, si se trata de una persona sólida intelectualmente, de prácticas civilizadas y habilidades, por experiencia y conocimiento, en la gestión política.
Así, podremos elegir a quienes no tengan ninguna de las características que enumera el escritor italiano Dante Alighieri en su hermosa «Divina comedia», para terminar en el octavo círculo del infierno: fraude, adulación, falsedad, corrupción, hipocresía, falsificación, etcétera.