Costa Rica es el único Estado en el mundo que prohíbe, de manera expresa, la fertilización in vitro (FIV). Gracias a este avance médico, han nacido en el mundo 5 millones de personas, haciendo realidad el sueño y el derecho de padres y madres a formar una familia.
Esta no es la realidad para muchas parejas en nuestro país, cuyos sueños de ser papá y mamá fueron truncados por una resolución de la Sala Constitucional del 2000, cuya aplicación prohíbe, hasta la fecha, el uso de esta técnica médica.
El problema de la infertilidad genera historias dolorosas y dramáticas para quienes deben enfrentarlo, pues, además de la infertilidad, involucra factores profundamente íntimos como es el deseo de ser padres y de integrar una familia, así como ingratas presiones sociales o estigmas de género.
El espinoso y tortuoso camino a la fertilidad está plagado de obstáculos, largos y dolorosos tratamientos, acompañados de sentimientos de desilusión, frustración, impotencia y sentido de pérdida, a los que muchas parejas no se sobreponen, y otras caen víctimas de la depresión.
Para los que viajan a otro país, esto no solo significa tener que incurrir en altos gastos que comprometen su patrimonio, sin garantía de éxito, sino, además, sobrellevar el tratamiento lejos de familiares y amigos. Para quienes no tienen los medios económicos para ir al exterior, se convierte en una odiosa discriminación más.
En noviembre del 2012, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Caso Artavia Murillo y otros (FIV) vs. Costa Rica) declaró la violación de derechos de los demandantes –protegidos por la Convención Americana de Derechos Humanos– y la obligación del Estado costarricense de “adoptar, con la mayor celeridad posible, las medidas para que quede sin efecto la prohibición de practicar la FIV”.
¡Es hora de que el país salde su deuda! Luego de 14 años, la Asamblea Legislativa tendrá la oportunidad de restituir el ejercicio de los derechos reproductivos de las parejas que requieren la FIV mediante la aprobación de una ley que, de manera clara e inequívoca, la autorice.
Mucho se ha debatido e, incluso, se ha querido satanizar el procedimiento de la FIV. Sin embargo, de la lectura del riguroso análisis que alimenta lo resuelto por la Corte Interamericana, es válido concluir –como lo hicieron los magistrados de la Sala Constitucional que salvaron su voto en el 2000– que la FIV no es incompatible con el derecho a la vida y la dignidad humana.
El país ha sido referente en la defensa de los derechos humanos, y es hora de restituir plenamente los derechos reproductivos, pues se trata de la defensa de la libertad, autodeterminación e intimidad personal y familiar.