Según un viejo dicho de la política francesa, en la primera ronda de las elecciones la gente vota con el corazón y en la segunda, con la cabeza. Pero esa máxima ya no se cumple.
En las elecciones nacionales de este año, los ciudadanos franceses votaron tácticamente desde el primer momento, apoyando los candidatos de su propio bloque con más posibilidades de ganar.
En la primera ronda de las elecciones presidenciales, en abril, esta dinámica permitió el avance de las candidaturas de Jean-Luc Mélenchon por la extrema izquierda y Marine Le Pen por la extrema derecha, mientras el presidente, Emmanuel Macron, ocupaba el centro. Este patrón se reiteró en las recientes elecciones legislativas.
En la segunda ronda, recién concluida, la mayor ganadora fue la Agrupación Nacional, de Le Pen, que aumentó su representación parlamentaria de solo 8 escaños a 89.
Nunca antes la estrella de la extrema derecha había brillado tan alto en la Quinta República. Aunque el por entonces llamado Frente Nacional ganó 35 escaños en 1986 bajo el liderazgo del padre de Le Pen, se podría haber desestimado el resultado considerándolo una excepción.
Por el contrario, el resultado de este año resalta el creciente afianzamiento de la Agrupación Nacional en la política y la sociedad francesas.
Agrupación Nacional
El impactante resultado —que sorprendió hasta a los propios líderes del partido— tiene su explicación en el sistema electoral francés, en el que los dos líderes de la primera vuelta se enfrentan en la segunda.
Frente a la perspectiva de elegir entre la extrema izquierda y la extrema derecha, los votantes del centro de muchos distritos simplemente se abstuvieron. Al mismo tiempo, muchos partidarios de la extrema izquierda o la extrema derecha prefirieron votar por sus rivales en vez de por el centro. Claramente, el “frente republicano”, que alguna vez mantuvo a raya a la extrema derecha, ha caído.
La Agrupación Nacional ahora podrá crear un grupo parlamentario (para el que son necesarios como mínimo 15 diputados) en la Asamblea Nacional. Eso le otorgará beneficios adicionales en términos de financiamiento y acceso a puestos de poder.
Hasta ahora, los diputados de la Agrupación Nacional eran más conocidos por su ausentismo e incompetencia que por otra cosa, pero tal vez eso cambie con la formación de un grupo parlamentario.
Coalición
La extrema izquierda puede afirmar que con 142 diputados es la principal oposición al gobierno de Macron. Organizó una coalición de partidos de izquierda —entre ellos, la Francia Insumisa de Mélenchon, los comunistas, los socialistas y los verdes— con el nombre de Nueva Unión Popular Ecologista y Social (Nupes, por sus siglas en francés).
Aunque la participación respectiva de esos partidos en los votos se mantuvo estable en los últimos cinco años, el voto táctico de sus partidarios logró resultados y más que duplicó la cantidad final de puestos que obtuvieron (que fue de 58 en el 2017).
Mélenchon, sin embargo, no logró convertirse en primer ministro. La Nupes estuvo muy lejos de los 289 escaños (de 577) necesarios para lograr la mayoría absoluta; y tampoco logró movilizar a los jóvenes (que mantuvieron su obstinado abstencionismo).
Además, como Mélenchon no se postuló para formar parte del Parlamento, habrá que definir quién liderará a la izquierda en esa institución. Los diversos partidos mantienen sus propias agrupaciones, por lo que no habrá una facción parlamentaria oficial del Nupes. ¿Será sostenible la alianza sin su carismático líder?
Resultado de Macron
Por su parte, Macron ya puede afirmar que en su breve carrera política fue el primero en obtener diversos “logros”. Además de ser el líder más joven desde Napoleón y el primer presidente reelegido desde Jacques Chirac (en el 2002), será ahora el primer presidente desde François Mitterrand (en 1988) que solo tendrá una mayoría relativa en el Parlamento.
La coalición de Macron, Juntos —compuesta por su propio partido, La República en Marcha, el Movimiento Demócrata (MoDem) de François Bayrou y el Partido Horizontes de Édouard Philippe— consiguió 246 escaños, 43 por debajo de la mayoría absoluta.
La pregunta, entonces, es cómo implementarán la agenda gubernamental junto con su nueva primera ministra, Élisabeth Borne. En lo inmediato, Borne tendrá que reorganizar el gobierno, ya que tres de sus ministros anteriores no fueron reelegidos (entre ellos, Amélie de Montchalin, ministra de Transición Ecológica, una cartera prioritaria para Macron).
Pero no hay que subestimar la determinación de Macron para llevar adelante su agenda. Cuando fue elegido inicialmente en el 2017 fijó dos grandes metas para su presidencia: reformar la economía francesa y aumentar la inversión pública a escala europea.
Ya tuvo éxito en ambos frentes. La economía francesa es una de las más dinámicas de la zona del euro, y en el 2020 la Unión Europea adoptó un plan de recuperación de la covid-19 de 750.000 millones de euros ($790.000 millones).
De ahora en adelante
Para continuar avanzando, Macron necesitará nuevos aliados en la Asamblea Nacional. Muchos miembros de Juntos están considerando a tal efecto a los republicanos de centroderecha, cuyos 61 diputados otorgarían la mayoría a Macron, pero un pacto formal parece poco probable.
En lugar de eso, es posible que Macron busque acuerdos puntuales tanto con la centroizquierda como con la centroderecha. Aunque hay desacuerdos entre los partidos sobre la edad jubilatoria (Macron y la derecha desean aumentarla a 65 años, mientras que el Nupes propone reducirla a 60), las divisiones en temas relacionados con el costo de vida y la política climática son más de grado que conceptuales.
Por ejemplo, tanto el Nupes como los republicanos apoyan la asignación de fondos para modernizar 700.000 viviendas al año para mejorar su eficiencia energética y adaptarlas al calentamiento global.
El tiempo dirá si Francia es capaz de redescubrir el espíritu de conciliación que marcó la Tercera y la Cuarta Repúblicas, cuando dominaba la democracia parlamentaria, o si enfrentará los mismos problemas de inacción y paralización que llevaron a Charles de Gaulle a fundar la Quinta República, con su fuerte presidencia en 1958.
Macron prometió un enfoque de gobernanza más horizontal y basado en el consenso para su segundo mandato. Una forma de interpretar el resultado de la elección parlamentaria es que los votantes creyeron en su palabra.
Hugo Drochon, profesor asistente de Teoría Política en la Universidad de Nottingham.
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