Entre las rutas emprendidas por la actual administración, la de la educación es la más etérea e inasible. Otras ofrecen un trazo y prometen un destino. La de la salud pasa por la inversión de ¢200.000 millones, la adopción de un sistema de copago y otras medidas ideadas para llegar a la meta de reducir las listas de espera en la Caja Costarricense de Seguro Social. Nada se ha logrado pero, si se trata de rutas, había una marcada.
La Ruta del Arroz era más corta. Consistía en disminuir los aranceles para facilitar la importación. Los resultados no son los prometidos, pero el objetivo es claro y los medios quedaron definidos desde el principio. Productores y consumidores saben adónde se quería llegar y pueden juzgar las incidencias del viaje.
Pero nunca supimos el destino de la Ruta de la Educación ni el camino para alcanzarlo. La ministra Anna Katharina Müller Castro comenzó por confinar el trazado a las profundidades de su mente. Siete meses después de iniciado el gobierno y ante insistentes preguntas sobre la ruta anunciada, la caracterizó como un “proceso vivo”, no un documento.
Esa ruta “sí existe, solo que me la inventé yo”, dijo la ministra, sin revelar los puntos de partida ni el trazo posterior, aunque sea aproximado, del cambiante sendero. El destino también es un misterio, y no hay hitos para valorar el avance o, siquiera, el movimiento. Quizá por eso, en marzo, el viceministro de Planificación Leonardo Sánchez describió la ruta como “una serie de hitos y ejes prioritarios identificados por ella como fundamentales para el sistema educativo”.
El viceministro no reveló los elementos identificados por la ministra y mucho menos la metodología, el fundamento técnico, el cronograma y el presupuesto disponible para actuar sobre ellos, pero prometió un documento en pocas semanas. Han pasado 20 y, por lo pronto, la ruta parece una obra de la inspiración personal, todavía no plasmada en un medio apto para lograr la comprensión de terceros.
El martes, a la salida de una comparecencia en el Congreso, la ministra dijo que el documento será divulgado “cuando sea oportuno”. Ya transcurrió la mitad del período presidencial y no ha encontrado un momento idóneo para señalar el derrotero, aunque fuera para contextualizar los errores de su gestión, como la eliminación del sistema de evaluación o el programa de informática educativa sin tener cómo reemplazarlos. Así construyó la ministra la ruta de la censura aprobada el miércoles por el Congreso.
Laboró en la revista Rumbo, La Nación y Al Día, del cual fue director cinco años. Regresó a La Nación en el 2002 para ocupar la jefatura de redacción. En el 2014 asumió la Edición General de GN Medios y la Dirección de La Nación. Abogado de la Universidad de Costa Rica y Máster en Periodismo por la Universidad de Columbia, en Nueva York.
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