En la adolescencia, hay un elemento básico para conformar y proteger la salud mental y es la estabilidad. Cuando se crece en condiciones de inestabilidad, esto tiene un impacto negativo. Sin embargo, y partiendo de la necesaria estabilidad básica, se hacen necesarias otras tres condiciones esenciales para favorecer un desarrollo positivo, particularmente en la adolescencia. Estos elementos son una protección efectiva, la expresión del afecto –o, lo que es lo mismo, sentirse querido– y la existencia de límites.
La presencia de interacciones amorosas saludables con las figuras adultas significativas en la infancia y la adolescencia, crea conexiones neuronales que permiten la empatía, la autorregulación, el control de la impulsividad y, más adelante, la adquisición de la capacidad de planificar y de prever la consecuencia de los actos y asumirlos.
Sin embargo, nada de esto puede llevarse a cabo si no existe el necesario elemento práctico, que permite la expresión de todo lo anterior y que es el acompañamiento de los adultos, sean estos padres, madres o cuidadores. De nada vale hablar de cuidado si no hay presencia de los responsables de este cuido, y esto requiere dedicar tiempo en cantidad y calidad en lo que es el delicado arte de la crianza.
Reflexionando sobre la serie Adolescencia, de la plataforma de streaming Netflix, sin duda esta ha contribuido, desde el problema, a visibilizar y poner en discusión qué es a lo que están expuestos los adolescentes. Sería deseable haber visto una serie de cómo favorecer las potencialidades y la riqueza del ser adolescente, pero en una realidad como la que vivimos y ante las amenazas complejas para el desarrollo adolescente y el grado de incertidumbre que los acompaña, la prioridad la plantea inteligentemente la serie: es cómo, ante condiciones de aparente “normalidad familiar”, un adolescente se convierte en un asesino.
La incertidumbre es una condición actual que acompaña el día a día de los adolescentes y jóvenes, contrario a lo que antes era esperable de que, al final de la etapa adolescente, la persona definía su proyecto vida. La realidad es que la adolescencia se ha convertido, para un gran número de adolescentes, en el proyecto de vida, porque no hay un posible más allá ante la ausencia de oportunidades. Por otro lado, existe un grupo minoritario en donde la dependencia de la adolescencia se extiende más allá de la edad de los 20 años y no significa que no enfrenten problemas también complejos.
Para comprender esta tragedia familiar, en la serie se presentan modelos de crianza en que el adolescente aprende que la violencia es una alternativa para la resolución de conflictos y que el aislamiento social o el rechazo a las figuras femeninas forman parte de la cotidianidad. Lo anterior, a pesar de que, al interior del grupo familiar, se da una relación con contenido afectivo importante. Esta combinación lleva a que se genere una dinámica de inseguridad ante lo femenino, a verlo como amenazante.
Su mejor representación es la referencia a la tendencia incel o involuntary celibate (celibato involuntario), en donde se asegura que una gran mayoría de hombres no llegan a tener relaciones sexuales con mujeres, porque el 80% de ellas seleccionan solo al 20% de los hombres y los demás quedan fuera, lo que promueve directamente la misoginia y la violencia machista y patriarcal, sobre lo que hay gurús en las redes sociales, a los que siguen los adolescentes.
Si el modelo de crianza fomenta el distanciamiento relacional con las mujeres, las redes sociales al estilo TikTok amplifican al máximo este concepto con sus contenidos, muchos de los cuales podrían calificarse de estúpidos, pero ofrecen una gratificación inmediata y alejan de la posibilidad de reflexión, favoreciendo las respuestas impulsivas sin previsión de consecuencias.
Reflexión y previsión, en contraposición con gratificación e impulsividad, son elementos que apenas están en etapas iniciales del proceso de maduración cerebral en los adolescentes tempranos (menores de 14 años), como es el caso del protagonista principal de la serie.
Estrofas de la canción Through the eyes of a child, con que cierra la serie, reflejan de manera significativa el dilema adolescente:
”Las cicatrices las cubrimos con pintura
míralos predicar agrias mentiras,
preferiría ver este mundo a través de los ojos de un niño
A través de los ojos de un niño
Y los corazones maternos son cálidos y suaves
Por favor, no me abandones aquí“.
En condiciones de vulnerabilidad, la violencia hacia otros o hacia sí mismo se convierten en las alternativas para lidiar con la incertidumbre. En este sentido, las redes sociales juegan su papel decisivo para buscar salidas y es donde el sicariato, la violencia contra las mujeres y el bullying se convierten en opciones.
La última investigación que realizó la Clínica de Adolescentes del Hospital Nacional de Niños y la Asociación Pro Desarrollo Saludable de la Adolescencia, fue en el año 2019, con una muestra nacional de 9.223 estudiantes de 101 colegios de todo el país. Entre los temas estudiados, se encontró que un 30% reporta haber sido víctimas de bullying, un 13% había planeado suicidarse, un 9% lleva armas en la calle y un 5%, en el colegio; un 26 % dedicaba de 4 a 6 horas –y un 31%, más de 6 horas diarias– a las redes sociales, un 53 % ha tenido acceso a la pornografía y el 61% lo hizo entre los 12 a 15 años.
Cuando surgen situaciones extremas, como es el caso de esta excelente serie, los padres se preguntan si no debieron haber hecho mucho más con el hijo convertido en asesino (que sería la misma pregunta ante un suicidio). La pregunta y la respuesta se la debe hacer cada uno de nosotros.
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Alberto Morales Bejarano es médico pediatra.
