Todo partido político democrático requiere, más que nunca, actualizar sus planteamientos y estructuras. Sus líderes deben comprender que representan instituciones obligadas a atraer actores y a analizar sus programas, estudios y valores.
Deben ilusionar a un electorado joven que no fue preparado para entender la dinámica partidaria, que creció con la tecnología, y en ese campo prima el entretenimiento. Los antiguos rostros en los partidos tradicionales perdieron credibilidad, sería prudente dar espacio a otros y purgar aquellos que carguen serios cuestionamientos éticos.
El electorado de mayor edad es volátil. Cada vez menos personas se acercan a las urnas por tradición. La gran mayoría analiza las ofertas electorales y toma su decisión en las últimas semanas, influida por los mensajes de los candidatos, que les venden quimeras explotando las emociones.
Los partidos políticos precisan nuevos líderes y propuestas creíbles para vencer el populismo que, sin bases ni conocimiento de los problemas nacionales, enamoran a unos cuantos con un discurso cargado de ofertas que jamás van a cumplir, porque ignoran las leyes y carecen de un equipo con experiencia y conocimiento para plantear soluciones viables.
A causa del populismo, el país atraviesa crisis en la educación, la seguridad y la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), por citar solo tres de muchos problemas que las “fórmulas mágicas" son incapaces de afrontar con éxito.
Los jóvenes, eso sí, están más comprometidos con causas como los derechos humanos, la igualdad de género, la equidad y el cambio climático, entre otros. Conocer sus inquietudes es primordial para presentarles un programa acorde con sus expectativas y las necesidades del país.
Demandas modernas
El partido que quiera subsistir debe adaptarse a las nuevas demandas de la sociedad y a los cambios sociales, tecnológicos, políticos y económicos. Debe tener en sus bases un pensamiento abierto, participativo y un equilibrio ideológico, que luche por el crecimiento, la justicia social y la mitigación de las crecientes desigualdades.
Debe mantener un compromiso permanente con la libertad, el Estado de derecho y las políticas ambientales, entre estas el uso de energías renovables y la protección de la biodiversidad.
Debe estar comprometido con la participación activa de la juventud en foros sobre los problemas nacionales y la búsqueda de soluciones. Hay que revitalizar la democracia con mayor transparencia y una lucha contra la impunidad y la corrupción.
Deben volver a fomentar el diálogo, aprender a escuchar a la juventud, tomarla en cuenta, comprender sus identidades, cultura, costumbres, lenguaje, creencias y valores.
Hay que proteger la democracia, y en esa tarea son fundamentales los jóvenes. Lamentablemente, la educación primaria y secundaria carece de buenos programas para dar énfasis a esta materia.
Por eso, los partidos políticos deben crear centros a donde acudan los interesados, donde expertos demuestren con hechos la importancia del Estado de derecho, cómo protegerse de la desinformación política, cómo viven los países donde la democracia se ha perdido, cómo las redes sociales permiten los discursos sin que exista moderación.
Fomentar la democracia, como un ejercicio ciudadano obligatorio, depende de volver a dar clases de cívica como una materia obligatoria en las escuelas y los colegios. Solo a base de buenos ejemplos cívicos y mediante una cultura cívica ejemplar se logra que todos los ciudadanos se sientan comprometidos a participar en política.
Un nombre para la historia
Estar en un puesto político debe verse como un honor y una oportunidad para hacerse de un buen nombre para pasar a la historia, no como una oportunidad de enriquecerse aprovechando la influencia que el poder es capaz de otorgar por un corto lapso.
Asegurémonos de que todo político que quiera gobernar lo haga con el debido respeto hacia el Estado de derecho, que sea un luchador a favor de la solidaridad y la resolución de conflictos en armonía, sin improperios, sin descalificaciones.
En las próximas elecciones es un deber ciudadano conocer en profundidad la posición y la estrategia que cada partido político presenta al país. No debemos permitir que el país se siga hundiendo debido a los discursos populistas provenientes de personas que solo saben hablar de los problemas, pero no actúan, aunque pueden hacerlo.
Mal haríamos si seguimos como una población dividida y no nos concentramos con seriedad en resolver los graves problemas sociales y económicos.
Todo partido debe tener una propuesta sólida y realizable. Para salir de la crisis con soluciones sostenibles, lo importante debe ser buscar acuerdos y trabajar unidos por Costa Rica, sin fracturar más nuestra sociedad. Ya no estamos para divisiones; los problemas sociales y económicos debemos corregirlos.
El autor es ingeniero.