En el frente (anverso) del espejo nacional, destellan varios puntos de desarrollo y bienestar. Pero el reverso nos sumerge en una realidad menos promisoria. ¿Razón? Hemos dejado de impulsar estrategias para aprovechar muchas de las oportunidades que se abren. Peor, cada vez parecemos alejarnos más de ellas. El liderazgo político necesario, en general débil, ahora es prácticamente nulo: lo estratégico ha sido desplazado por lo performático.
Un destello: el 14 de julio, Estados Unidos anunció su interés en asociarse con Costa Rica para explorar opciones de desarrollo en semiconductores. Dispone de un fondo global de $500 millones, por desembolsar en cinco años entre los países participantes. Otro más: el 31 del mismo mes, un foro multisectorial destacó las buenas condiciones para convertirnos en un epicentro (hub) en el desarrollo de ciencias de la vida.
Ninguna de estas oportunidades se materializará por generación espontánea. Al contrario, requieren la articulación de actores múltiples, con abordajes sistémicos, actitud propositiva y visión prospectiva, es decir, un horizonte a mediano y largo plazo que dé curso a planes integrales. Sus variables esenciales son recursos humanos, institucionalidad, inversiones y, sí, liderazgo abierto y proactivo.
Pero, pregunto, ¿qué estamos haciendo para crear condiciones que promuevan el regreso de científicos radicados en el exterior?, ¿qué para articular mejor el sector productivo, la academia y el gobierno, así como las transnacionales en zonas francas con las empresas nacionales?, ¿qué para introducir reformas institucionales que promuevan un robusto ecosistema de innovación?, ¿qué para optimizar la conectividad? Y añado: ¿Cómo atraer inversiones clave si el triángulo virtuoso Comex-Cinde-Procomer fue desarticulado?, ¿y cómo relanzar el sistema educativo, si se ha sumergido en una temeraria crisis de impericia que, además, amplía brechas sociales?
Tanto nuestras ventajas como falencias tienen hondas raíces; razón de más para no perder tiempo, ser estratégicos y superar el clima de mezquindad y conflicto. Si las oportunidades no se toman, desaparecen. Otros países, más activos o menos postrados en pugnas artificiales, las aprovecharán. El desarrollo es una carrera de muchos participantes. Arriesgamos quedarnos atrás.
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