El 28 de julio se celebran elecciones en Venezuela. Al menos así está previsto, pero como hay síntomas que presagian resultados que podrían revocar la añeja presidencia de Nicolás Maduro, alguna treta de última hora puede acabar anticipadamente con el proceso.
¿Se permitirá desmontar la dictadura por la vía electoral? No lo creo. No, al menos, sin hacer todo lo necesario para impedirlo, sea lo que sea: en los momentos de crisis, hay que dar pábulo a la imaginación. ¿Recuerdan el lema de los estudiantes franceses de mayo del 68? La imaginación al poder, decía. En Venezuela las circunstancias demandan pervertirlo para aplicarlo porque puede ser el último remedio para mantener el statu quo.
A la vista del caso venezolano le concedo razón a quien dijo que los presidentes no tienen que ser muy listos, pero tienen que estar cuerdos. Maduro desde el principio dio la impresión de ser algo torpe, y ya ven el resultado. Pero mejor si son jóvenes, para que duren.
Hoy, que la senectud ya no es virtuosa, sino un problema cada vez más aludido y menos disimulado, es comprensible que la edad avanzada se haya convertido en el talón de Aquiles para la participación en política. Es tan inconveniente como ser turista en ciertas ciudades de Europa.
No lo traigo a cuento por lo que está pasando en un país del norte de América, donde urge desembarazarse de un viejo con tal de evitar que vuelva a la presidencia otro que la ha envilecido.
Lo menciono, más bien, porque en Venezuela, según informa el mismo medio de prensa, el candidato que podría bloquear a Maduro es septuagenario. Nada del otro mundo. Para desbaratarlo, Maduro ha dicho a sus seguidores, que los tiene y no pocos, especialmente entre los militares y los empleados públicos: “Hay un viejo decrépito que quiere tomar el poder”. En el norte de América están diciendo lo mismo, pero en inglés. En Venezuela, de manera no exenta de dignidad, el candidato opositor ha replicado: “Vamos a construir un país donde el presidente no insulte”.
El caso es que el 28 tal vez haya elecciones en el país suramericano, entre otras cosas si los milicos lo permiten. Pero hay malos augurios. El ministro de Defensa ha declarado, según el mismo medio: “No se puede interrumpir ahora la revolución bolivariana”.
Carlos Arguedas Ramírez fue asesor de la presidencia (1986-1990), magistrado de la Sala Constitucional (1992-2004), diputado (2014-2018) y presidente de la Comisión de Asuntos de Constitucionalidad de la Asamblea Legislativa (2015-2018). Es consultor de organismos internacionales y socio del bufete DPI Legal.