Como economista, yo pensaba que la delicada situación fiscal y el persistente desempleo estarían entre las principales discusiones en estas elecciones. Pero resulta que, según la última encuesta de la Universidad Nacional (UNA), la principal preocupación de los ciudadanos es la corrupción, luego viene la inseguridad y, en un distante tercer lugar, el desempleo. El déficit fiscal es mencionado por menos del 3 % de los encuestados.
El caso del cemento chino parece haber tenido un enorme impacto. Hace menos de un año, el índice de percepción de corrupción ubicaba a Costa Rica como el tercer país de Latinoamérica con menos corrupción. Después de la apertura de procesos de investigación a miembros de los tres poderes de la República, y encarcelamiento de varios funcionarios públicos, la idea de que somos un país donde todo es “pura vida” parece haber cambiado drásticamente.
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La corrupción impacta, directa e indirectamente, sobre la situación económica del país y de las personas. La voluntad de la gente a pagar impuestos se va lavando poco a poco: “¿Para qué pagarlos si luego se roban toda esa plata?”. “El gobierno no me ayuda porque los políticos se roban toda la plata”.
El mal uso de los recursos públicos hace que la economía pierda dinamismo, y, por ende, se haga más difícil la creación de empleos.
La corrupción lleva a una pérdida de confianza en las instituciones públicas. Tres de cada cuatro de los encuestados opinan que aquellos que representan una amenaza para la sociedad deben ser fuertemente castigados, y que, para ello, se necesitan autoridades que gobiernen con mano dura y hagan respetar la institucionalidad.
El peligro aquí es creerse las promesas populistas de algunos candidatos que, aunque suenan muy bien, no son factibles de llevar a la practica o tienen consecuencias nefastas por otro lado, tal como nos advierte Ignacio Walker en su visita al país esta semana.
De momento, Juan Diego Castro parece haber capitalizado ese sentimiento anticorrupción. Va de primero en la encuesta de la UNA, pero con Álvarez Desanti y Piza técnicamente empatados con él, dado el margen de error.
Sin embargo, con un 39 % de votantes aún indecisos cualquier cosa puede pasar en los dos meses que faltan. Recordemos que, para estas fechas hace cuatro años, Villalta era primero, Araya venía en caída y Piza era tercero. Luis Guillermo Solís estaba en un distante cuarto lugar.
El autor es economista.
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