Aunque hace unas semanas la ministra de Trabajo, Silvia Lara, aseguró que Costa Rica está cerca de erradicar el trabajo infantil y adolescente peligroso, la provincia de Limón debe ser puesta bajo la lupa.
De acuerdo con un informe del mismo ministerio, Talamanca y el cantón central de Limón corren mayor riesgo de trabajo infantil en nuestro país. Además, una nota técnica de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que en las zonas donde los niveles de desarrollo social y económico son menores aumenta la posibilidad de que los niños trabajen.
No resulta sorpresivo que Limón tenga el grado de vulnerabilidad más alto, con 40,8 puntos. El Atlas de desarrollo humano cantonal 2020 revela que la provincia caribeña en general es la más rezagada.
Los niveles bajos de escolaridad, la gran cantidad de población vulnerable —como la indígena, afrodescendiente y migrante—, así como los elevados índices de pobreza y desigualdad potencian el trabajo infantil en la zona del Caribe.
Estos indicadores, que durante años han sido de conocimiento público, revelan que se necesitan acciones concretas, más allá de mantener a niños y adolescentes dentro del sistema educativo.
El estudio señala que, en el 2019, aproximadamente 100 niños y adolescentes que asistían a la escuela en la provincia limonense también trabajaban. Sin embargo, no es posible correlacionar la interrupción del proceso educativo con el trabajo infantil porque no hay datos al respecto.
Cabe señalar la diferencia entre actividades de colaboración o formación, que no son riesgosas ni implican cargas inadecuadas, de aquellas que sí restringen el desarrollo físico y mental de los menores de 15 años como consecuencia de responsabilidades y cargas laborales inapropiadas para su edad.
El trabajo afecta el bienestar de los niños y adolescentes porque limita sus derechos y disminuye sus oportunidades. Repite, generacionalmente, el círculo vicioso que reduce sus perspectivas de vida a educación e ingresos precarios.
A la pobreza, el desempleo y la informalidad se suma el trabajo infantil, problemáticas que desde hace varios años dejaron de ser la excepción para convertirse en la regla que ha normalizado la concepción de Limón como una «zona conflictiva».
Los indicadores sociales ya no son un diagnóstico del estado provincial, dado que estos fenómenos llevan años instaurados ahí sin mostrar mejoría. Limón ha sido históricamente una provincia marginada y abandonada, que ningún gobierno ha logrado desarrollar socioeconómicamente.
Resulta evidente que si se desea erradicar el trabajo infantil, tanto en Limón como en el resto del país, se necesitan estrategias locales para resolver, paralelamente, otros rezagos históricos que siguen sin ser atendidos.
Los esfuerzos no deben apuntar en una sola dirección, porque está claro que deben llevarse a cabo estrategias mancomunadas para poner fin al trabajo infantil y hacer honor a nuestro reconocimiento como país pionero en el mundo en la lucha contra este flagelo.
El autor es estudiante de Periodismo en la Universidad de Costa Rica y hace la práctica profesional en la sección de Opinión de La Nación.