Columnistas

Los estertores finales del tirano

Como bestia herida, Daniel Ortega sigue aferrándose al fusil francotirador que a diario cobra vidas de inocentes estudiantes alzados, pidiendo democracia para su país.

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Nicaragua tiembla en su hora de los hornos. El dictador de El Carmen está acosado, pero se sostiene pertinaz. Él conoció la ira de su pueblo cuando encabezó, otrora, la caída de un dictador que ahora emula. Por eso, aquilata las voces airadas y en los cantos de lucha reconoce el presagio que anuncia su fin inexorable.








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