Fernando Zumbado (Opinión, 23/7/2018) nos recordó las grandes diferencias de precios entre los medicamentos en nuestro país y en otras naciones. Eli Feinzaig (Opinión, 26/8/2018) nos señala la tentación de regular el precio de los medicamentos, para que nada cambie.
Ambos extremos son ciertos y ameritan nuestra atención. Los precios de los fármacos en el sector de medicina privada son muy altos y regular su precio no es solución.
La Nación se refiere en un editorial al asunto (2/9/2018) y con razón señala: “el MEIC debe hacer el esfuerzo adicional de identificar los puntos concretos de la cadena de valor donde operan restricciones improcedentes, como los monopolios de importación y de distribución opuestos al espíritu y la letra de la ley para proceder a corregirlos. La protección al consumidor debe darse mediante la promoción de la competencia”.
Es muy sencillo demostrar que la regulación del precio de los medicamentos no soluciona nada. Es el viejo y recurrente problema de solo ver los resultados inmediatos de una medida sin analizar sus consecuencias finales, que en la vida social a menudo dan un resultado opuesto al buscado. El camino a los infiernos está empedrado de buenas intenciones, incluso de muchas que se cumplen.
Los medicamentos que despachan las farmacias privadas son en su gran mayoría importados. Si la regulación de precios es establecer un porcentaje de aumento máximo sobre su costo de importación lo que se logrará es que las farmacias adopten ese precio como el de venta, y de esa forma la regulación lo que hace es establecer un acuerdo monopolístico y termina con la competencia en el negocio de distribución y venta al detalle de fármacos.
Si lo que se fija es un precio de venta fijo final que reduce el máximo que se pueda pagar al fabricante que nos exporta el producto, simplemente dejarán de proporcionárselo a nuestro país. Los ricos tendrán uno y mil medios para comprarlo en el extranjero y traerlo. Las personas no tan pudientes no podrán tener acceso al medicamento que necesitan.
Dos medidas. Estas dos acciones se tomaron durante mi gobierno y pasamos de ser el país en Centroamérica con los precios de importación de fármacos más altos, a tener los más bajos.
Fedefarma es una entidad que opera en Guatemala, la cual reúne a las empresas que exportan medicamentos a nuestra área. Los precios los fijan (¿se podrá actuar contra ese cartel?) en relación al volumen de sus ventas a cada destino. En nuestro país, la gran mayoría de los fármacos los importa la CCSS gracias a las bondades de nuestro sistema de medicina. Por esto esas exportadoras pueden ver como pequeño a nuestro mercado privado. Recuerdo que los invitamos a venir al país y los presionamos para que bajaran los precios, mostrándole los niveles de precios de importación imperantes en los distintos países y los volúmenes totales de las importaciones. Bajaron los precios.
Pero siempre es bueno no depender solo de la zanahoria para que el burro marche gallardamente hacía adelante.
La segunda medida fue simplemente eliminar los monopolios de importadores. Una vez que un fármaco se registra para su aceptación por el país, establecimos que no solo quien lo registra puede importarlo sino cualquier persona y de cualquier país en el cual se venda. Si el fármaco XYZ se importa a un precio más alto acá que en México, por ejemplo, cualquier interesado podría traerlo de ese país y venderlo legalmente en el país. Así lo hicimos y así debería volverse a hacer. Así bajó el precio de los medicamentos. Claro, los fabricantes exportadores tratarán de impedirlo, pero es mi entendimiento que no los protege en este caso ningún acuerdo del país.
Actuar. Por otra parte, es público y notorio que se han producido compras de grupos de farmacias por empresas que ya tienen amplia participación en ese mercado. Esas acciones han eliminado detallistas que operaban con menores precios para el público.
Urge aplicar la Ley de Ley de Promoción de la Competencia y Defensa Efectiva del Consumidor para que como lo indica su primer artículo se de una efectiva “tutela y promoción del proceso de competencia y libre concurrencia, mediante la prevención, la prohibición de monopolios, las prácticas monopolísticas y otras restricciones al funcionamiento eficiente del mercado”.
Investigar, eliminar y sancionar las prácticas monopolísticas que se hayan establecido en el mercado de distribución y venta al detalle de fármacos debe ser una tarea prioritaria de la Comisión para Promover la Competencia (Coprocom) y esta ocasión debe servir para acelerar la implementación de las recomendaciones realizadas en el 2014 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el BID en su Examen Interpares del Derecho y Política de la Competencia en Costa Rica.
El autor fue presidente de Costa Rica de 1998 al 2002.