Columnistas

Malos tiempos

Cuando flaquean los factores inhibitorios, la agresión crece, como bien se puede constatar en Facebook.

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El bicho se asomó por las rejillas. Parecía más bien una silueta, algo impreciso. Lo vio uno de los carajetes. Estábamos sin nada que hacer, hechos una pereza. De pronto se le ocurrió a alguien lanzarle una rama y el garrobo salió corriendo hacia la calle. Entonces, saltó un resorte en la imaginación. Otro de los chicos corrió detrás, lo siguió el de camisa blanca y luego otro, hasta que el primero o el segundo en llegar le dio una patada y entre todos lo acorralaron.








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