Después de la caída del Muro de Berlín, en 1989, y del colapso de la Unión Soviética, en 1991, en prácticamente todo el mundo se especuló acerca de si el marxismo sobreviviría a esos fundamentales cambios históricos.
Las opiniones, expuestas entonces, pueden ser clasificadas en tres tendencias principales: la de quienes afirmaban que el marxismo había llegado a su fin, la de quienes sostenían que lograría ajustarse al nuevo escenario mundial y la de quienes planteaban que permanecería como una corriente teórica o filosófica más.
Al conmemorarse en el presente año el bicentenario del nacimiento de Karl Marx (1818-1883), resulta oportuno considerar de nuevo esas predicciones desde una perspectiva de larga duración.
Método. El cuadro que acompaña este artículo fue elaborado a partir de Jstor, una biblioteca digital que comprende miles de materiales, principalmente artículos de revistas académicas.
La mayoría de los textos considerados para elaborar el cuadro fueron publicados en inglés (alrededor del 97 %), principalmente en Estados Unidos e Inglaterra, dos de los países que lideraron la lucha contra el comunismo en el mundo.
De esta manera, la información utilizada procede no de países donde el comunismo dominó la vida académica, intelectual y política, sino de aquellos donde los partidos comunistas eran fuerzas minoritarias.
Para aproximarse al impacto del marxismo en esos países, se escogieron cinco categorías básicas de análisis: Marx, marxismo y comunismo, tres términos de carácter general (aunque no son intercambiables ni equivalentes); relaciones de producción, un concepto específicamente marxista; y mercado, una noción anterior al marxismo y de amplio uso en las ciencias sociales.
Revolución. En la segunda mitad del siglo XIX, la difusión de la obra de Marx se convirtió en la base para que, en el mundo académico, político y sindical, fuera introducido el término marxismo, que empezó a ser utilizado esporádicamente en inglés desde mediados de la década de 1880.
Por esa época, aunque ya existía una asociación mayoritaria entre Marx, marxismo y comunismo, esta última categoría todavía era empleada, en una proporción considerable, sin un trasfondo marxista.
A su vez, el concepto de relaciones de producción, utilizado por Marx y Friederich Engels en el célebre Manifiesto comunista publicado en 1848, fue poco usado, un indicador del reducido alcance que el análisis propiamente marxista tenía hasta ese momento.
La situación anterior comenzó a cambiar en las primeras décadas del siglo XX y, en particular, luego del triunfo de la Revolución bolchevique en la Rusia de 1917. A partir de entonces, el concepto de marxismo empezó a consolidarse y el comunismo comenzó a ser asociado decisivamente con Marx.
Diversidad. En el período 1920-1949, ocurrieron tres cambios significativos. Primero, la presencia de Marx y del marxismo en el mundo académico tendió a consolidarse. Si entre 1920 y 1929 las publicaciones que consignaban el concepto de marxismo representaban el 0,9 % de todos los textos que mencionaban el término mercado, entre 1940 y 1949 esa proporción había ascendido a 5,6 %.
Segundo, la vinculación entre comunismo y marxismo se debilitó, como resultado de la prominencia adquirida, en el campo intelectual y político, por líderes como V. I. Lenin, J. Stalin y L. Trotsky. A este desplazamiento contribuyó sin duda el anticomunismo académico, que concentró sus esfuerzos en desacreditar la experiencia soviética más que en combatir los conceptos, métodos y teorías del marxismo.
Y tercero, ya en la década de 1940, era claro que el marxismo, con 1.799 menciones, empezaba claramente a desbordar a Marx (1.445 referencias), un indicador de que Marx había dado origen a una corriente de pensamiento que se desarrollaba con independencia de él.
Academización. La consolidación del marxismo fue un resultado de la Guerra Fría (1945-1991), en cuyo marco se dio la descolonización de África y Asia, triunfaron las Revoluciones china (1949), cubana (1959) y sandinista (1979), se implementaron las políticas integracionistas en Estados Unidos, los estudiantes se rebelaron contra el orden establecido, los movimientos feministas crecieron y se diversificaron, surgieron las teorías de la dependencia y el subdesarrollo, y la guerra de Vietnam se convirtió en un símbolo de la lucha contra el imperialismo estadounidense.
A este contexto tan favorable, se sumó un cambio decisivo en el mundo académico: la expansión de la matrícula en las universidades occidentales, que pasaron de atender a unos pocos miles de estudiantes, a acoger a decenas (y en algunos casos, a centenas) de miles de jóvenes, una proporción considerable de los cuales provenía de las clases trabajadoras.
Fue entonces cuando el marxismo se academizó y se convirtió, especialmente a partir del decenio de 1970, en un segmento importante de la industria académica global. En ese período, los textos que consignaban el concepto de marxismo constituían el 11,2 % del total de obras que incluían el término de mercado, proporción que se elevó al 13 % en la década de 1980.
Simultáneamente, nuevas generaciones de pensadores marxistas –con el intelectual italiano Antonio Gramsci y el líder chino Mao Zedong a la cabeza– ampliaron la brecha entre Marx y el marxismo, y los análisis específicamente marxistas, que recurrían al concepto de relaciones de producción, alcanzaron por vez primera una presencia significativa en el mundo académico.
Permanencia. Ciertamente, la presencia del marxismo tendió a debilitarse después del colapso soviético, sobre todo en las primeras dos décadas del siglo XXI: en el período 2010-2018, las publicaciones que consignan dicho concepto representan un 7,3 % de todos los textos que mencionan el término mercado, una proporción apenas ligeramente superior a la del decenio 1940-1949 (5,6 %).
Pese a esta disminución, el marxismo mantiene aún una posición importante en el mundo académico, reforzada por la extraordinaria influencia que ha tenido en las ciencias sociales, la filosofía y los estudios literarios que, en mayor o menor medida, renovaron sus agendas de investigación, sus enfoques y sus metodologías con base en el marxismo.
A lo anterior hay que añadir que Marx, el marxismo y el comunismo se han convertido en privilegiados objetos de estudio, tanto desde un punto de vista histórico, como teórico, filosófico e intelectual.
LEA MÁS: Por qué Marx se equivocó
Desde su constitución, en el siglo XIX, el marxismo demostró ser una corriente de pensamiento con una extraordinaria capacidad crítica de las sociedades capitalistas, al enfatizar en su especificidad histórica (el capitalismo no ha existido desde siempre), en el análisis de sus desigualdades y en cómo estas se sustentaban en determinadas relaciones de poder.
Puesto que las condiciones que le dieron origen no han desaparecido (y están lejos de desaparecer), el marxismo, como corriente de pensamiento y sistema de análisis, mantiene una vigencia que es independiente de las iniciativas concretas que han sido puestas en práctica para construir sociedades comunistas.
El autor es historiador.