Como madre trabajadora, muchas veces me acompañó el sentimiento de culpa, preocupada porque mi trabajo, o menor tiempo disponible para mi hija, incidiera negativamente en su vida. No bastaban para tranquilizarme las aseveraciones de mi esposo de que era una excelente madre.
Es justo reconocer que la culpa es una compañera más presente en la vida de las mujeres, y responde a estereotipos que aún sufrimos. Lo cierto es que si bien la culpa puede acompañar también a los hombres, como estos socialmente son concebidos y premiados por su papel de proveedores, su dedicación al trabajo es esperado y reconocido.
En las mujeres, por el contrario, persiste el prejuicio de que el trabajo, y más si este no se realiza por necesidad económica, es abandono o menor dedicación a la familia. Lo triste es que, en pleno siglo XXI, las mujeres sigamos cayendo en la trampa del estereotipo.
Como regalo del Día de las Madres, les comparto los hallazgos del estudio liderado por Kathleen McGinn de la Escuela de Negocios de Harvard, quien en conjunto con el International Survey Program, consorcio global de organizaciones de investigación social, hizo un estudio entre el 2002 y el 2012 con una muestra de 13.326 mujeres y 18.152 hombres en 24 países, que demostró justamente lo contrario.
El estudio arrojó que las hijas de madres trabajadoras, cuando se integraban al mundo laboral, no solo obtenían en promedio una mayor remuneración (ej. en Estados Unidos $5.200 más) también excedían en puestos de supervisión. Otro dato valioso es que las hijas de estas progenitoras que decidían permanecer en casa dedicaban más tiempo a sus pequeños. ¿Y con los hijos varones entrevistados? En el trabajo, el que la madre trabajara fuera del hogar no mostró diferencias significativas en su desempeño laboral, empero cuando tenían una pareja compartían en mayor medida las responsabilidades del hogar y cuidado de los hijos.
En conclusión, con nuestro trabajo no solo damos mayor seguridad financiera a nuestros hijos, también les ayudamos a las hijas a ser mejores trabajadores y a los hijos a tener mayor empatía, corresponsabilidad y respeto hacia sus parejas. No me perdono haber sentido culpa cuando el ejemplo de mi madre trabajadora y el resultado de sus cuatro hijos replican los mismos resultados mostrados por el estudio. ¡Gracias, mamá!