Rachel Carson fue una reconocida científica estadounidense que a inicios del siglo XX alzó la voz para advertir sobre la contaminación que los pesticidas ocasionan en el medioambiente. Ella puso sobre la mesa, con datos irrefutables, la responsabilidad que el actuar del ser humano tiene sobre la tierra y la salud pública.
Elizabeth Blackburn, bioquímica y bióloga molecular australiana, descubrió en la década de los cuarenta la enzima telomerasa, cuyo comportamiento es esencial para entender degradaciones moleculares y, con ello, más profundamente el desarrollo del cáncer.
Gracias a los cálculos de la matemática Katherine Johnson, en los años sesenta, un estadounidense dio por primera vez la vuelta a la tierra desde el espacio y, años más tarde, el ser humano logró llegar a la luna.
Estas profesionales ejemplifican cómo, a través de la comprensión del mundo que nos rodea, la ciencia mejora la calidad de vida y promueve el desarrollo humano y la paz en las sociedades. Es mediante el conocimiento científico que se resuelven problemas de la humanidad y se generan sociedades equilibradas, seguras y más justas.
Hoy más que nunca, los países que quieren encaminarse hacia el desarrollo sostenible deben entender que muchas de las respuestas a los nuevos desafíos se encuentran, precisamente, en la ciencia. Invertir en la creación de ecosistemas de innovación, emprendimientos tecnológicos, investigación y desarrollo no debe considerarse un lujo, sino una ruta para construir un futuro sostenible con oportunidades de empleo de alta calidad para la población y una mejora sustancial del bienestar de todos en el país.
La promoción de nuevas actividades productivas en los países a través de la ciencia y la tecnología crea una dinámica positiva que se traduce en la disminución de disputas, pues se alcanza una mayor igualdad de oportunidades y una mayor inclusión de los ciudadanos, y, con eso, cohesión social.
Enorme oportunidad para Costa Rica
Nuestros abuelos mostraron con decisiones valientes que entendían que la inversión en el desarrollo de nuestra gente y la valoración de la paz son, en conjunto, la estrategia idónea de desarrollo y crecimiento económico que podemos tener.
Hoy, gracias al trabajo tenaz de las universidades y los centros de investigación; a la contribución de empresas, tanto nacionales como multinacionales; y mediante algunos programas sobresalientes germinados en el sector público, Costa Rica ha dado pasos significativos en pro de la construcción de un ecosistema que promueva la innovación, el desarrollo y la investigación (I+D+i).
Pese a que valoramos estos esfuerzos, ciertamente nos seguimos quedando muy cortos si realmente queremos que la ciencia fortalezca a la sociedad costarricense y lleve al país a otro nivel de desarrollo. De acuerdo con datos del Banco Mundial, la inversión en actividades de I+D+i no superan el 0,37% del producto interno bruto (PIB).
Qué nos falta
Debemos tomar la decisión de invertir más recursos en este campo, crear una sinergia entre los sectores, involucrar más a los ciudadanos en el uso de tecnologías y tomar acciones contundentes que faciliten el desarrollo de actividades investigativas en el país. El apoyo a la Promotora Costarricense de Innovación e Investigación para que ejerza su papel de articulador con éxito se vuelve prioritario.
En este camino, podemos aprender de países líderes como Israel, al cual nos hemos acercado para estrechar relaciones y crear una sinergia en muy diversos temas. Y es que el ejemplo de este país nos demuestra que el destinar recursos a la investigación, el desarrollo, la innovación y el emprendimiento no es un gasto, al contrario, es una de las mejores inversiones que podemos realizar para el crecimiento de Costa Rica y el fortalecimiento de una sociedad más equitativa y pacífica.
Israel decidió convertir su país en un Estado moderno, y fue precisamente la investigación científica y tecnológica la clave para lograrlo. Hoy, el porcentaje de israelíes que se dedican a las actividades científicas, así como la inversión que realiza el país en investigación y desarrollo (un 5,44% del PIB), figura entre los más altos del mundo. De hecho, la inversión que hace Israel en actividades de investigación científica, como porcentaje del PIB, es más del doble que la de los países de la Unión Europea juntos (un 2,32% del PIB).
Israel utiliza la ciencia, la creatividad y la generación de conocimiento en áreas como la investigación agrícola e industrial, la medicina, la salud pública y las tecnologías de la información, entre otras, como sus herramientas para construir un futuro prometedor y ampliar las oportunidades de crecimiento para su gente, pero también para el mundo entero, compartiendo sus innovaciones y tecnologías.
¿Qué mejor marco para que abramos la conversación sobre cómo consolidar a Costa Rica como una sede para la investigación, el desarrollo y la innovación que la celebración de la Semana Internacional de la Ciencia y la Paz?
En Cinde creemos que nuestro país tiene todo lo necesario para jugar en las grandes ligas de la innovación. El talento de los costarricenses nos da muestra de ello diariamente cuando las multinacionales líderes de tecnología en el mundo deciden sumar a Costa Rica a sus operaciones globales más sofisticadas.
Está en nuestras manos como país potenciar esta valiosa ruta para seguir cosechando una Costa Rica más desarrollada y una sociedad más justa, pacífica y equitativa.
El autor es presidente de la Junta Directiva de Cinde.