Las Naciones Unidas señalan cada vez más el papel de la ciencia en el logro de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS), incluido el número 16, sobre promover sociedades justas, pacíficas e inclusivas. La Unesco también resalta la ciencia como fundamental para combatir el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
Aunque la ciencia es fundamental para la adaptación climática y la paz, sigue siendo exclusiva y carece de representación de mujeres y pueblos indígenas. La inclusión de estas voces en la educación científica y su liderazgo es esencial para la adaptación climática y construir sociedades pacíficas y justas.
Las estadísticas de género globales ilustran claramente que las mujeres están subrepresentadas en la educación, las profesiones y el liderazgo científico. Aunque la mitad de la fuerza laboral de los Estados Unidos son mujeres, por ejemplo, solo el 27% de las mujeres ocupan puestos en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM).
Incluso en algunos de los países con el mejor historial de equidad de género, como Suecia, todavía falta la representación de las mujeres en STEM. Además, el índice global de brecha de género encontró paridad en los trabajos asociados a la educación, pero las mujeres representan solo el 22% en el sector líder en energía nuestro y solo el 32% en el de energía renovable. En el 2022, el secretario general de la ONU informó de que solo el 15% de los ministros ambientales son mujeres y apenas un tercio de los marcos energéticos nacionales incluyen género.
Los pueblos indígenas también requieren una mayor presencia en nuestro liderazgo científico. En Canadá, los indígenas representan el 4% de la población, pero menos del 2% de quienes trabajan en STEM son indígenas.
En Nueva Zelanda, los maoríes representan el 17% de la población, pero los investigadores maoríes representan menos del 5% del trabajo académico a tiempo completo en las universidades. Estas estadísticas sobre la subrepresentación no son sorprendentes cuando observamos la participación indígena en la educación científica.
En los Estados Unidos, las tasas de participación indígena en los programas de doctorado en ciencias son extremadamente bajas. Por ejemplo, del 70% de los doctorados que se obtienen en los Estados Unidos en STEM, solo el 0,24% lo reciben estudiantes indígenas.
Estos datos alarmantes son la razón por la cual la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas pide una reforma educativa para que estos sean aceptados como iguales en todos los campos profesionales, incluida la ciencia.
Poblaciones relegadas
Las estadísticas ilustran claramente que carecemos de representación de género e indígena en la ciencia. Si queremos alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible para sociedades pacíficas y justas, necesitamos que esto cambie. Sin embargo, para cambiarlo, necesitamos una mejor comprensión de las causas de la inequidad en la ciencia.
Esta inequidad está vinculada a una exclusión sistémica de mujeres, indígenas y otras personas desatendidas de los mismos espacios donde se enseña y comunica la ciencia y donde se toman decisiones con bases científicas.
Las mujeres en el mundo experimentan una carga triple de trabajo, desproporcionada en comparación con los hombres, debido a sus labores combinadas en los sectores productivos, domésticos y comunitarios. Las mujeres realizan más de dos tercios del trabajo doméstico no remunerado a escala global; lo cual incluye cocinar, limpiar, lavar, comprar, administrar el hogar y cuidar a los niños, ancianos y otros.
Las cargas adicionales de tiempo y energía se relacionan directamente con la capacidad de las mujeres para participar en el liderazgo científico. En el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC), principal organismo internacional para la evaluación de la crisis climática, existe una grave disparidad de género. Casi el doble de mujeres informaron que las responsabilidades del cuidado de los niños son una barrera para la participación en el IPCC en comparación con los hombres. Es decir, debido al trabajo de cuidados no remunerado, las mujeres quedan excluidas de los espacios clave para la toma de decisiones científicas.
Las barreras que experimentan las mujeres para participar en la ciencia no se deben solo a las cargas de tiempo extra, sino que además están vinculadas a una exclusión sistémica de las mujeres en la ciencia. Un estudio del 2022 en la revista científica Nature encontró que en las ciencias climáticas las mujeres afrontan barreras compuestas, desde el acceso desigual a la capacitación y el financiamiento hasta menos promociones y menciones, salarios más bajos, escasos modelos, más acoso y más responsabilidades familiares en comparación con los hombres; esto se exacerba aún más para las mujeres negras y afrodescendientes, las mujeres con discapacidad y las indígenas.
Barreras
Las barreras indígenas para participar en la educación y el liderazgo científico están vinculadas a la colonización que ha moldeado la enseñanza y el aprendizaje de la ciencia y la percepción de lo que cuenta como conocimiento. Lo que se traduce en un escenario en el que la ciencia occidental y STEM se han construido históricamente imponiendo sistemas de conocimiento coloniales y blancos, e invalidando la ciencia indígena, a pesar de los rigurosos procesos científicos de los pueblos milenarios desde tiempos inmemoriales.
Existen múltiples barreras que enfrentan los pueblos indígenas para lograr el acceso a la educación científica y el liderazgo. Estas barreras suelen ser estructurales, y van desde la falta de acceso a recursos para la formación científica hasta la presencia de legados coloniales que devalúan el conocimiento indígena en el campo de la ciencia.
Los legados coloniales están profundamente arraigados y han creado un escenario en el que los sistemas de conocimiento indígena permanecen subrepresentados e invisibles en los sistemas educativos nacionales y, consecuentemente, en la toma de decisiones internacionales.
La exclusión de las mujeres y los indígenas en la ciencia occidental no solo tiene consecuencias para la equidad, sino también para nuestra capacidad de tratar las crisis globales interrelacionadas. Un estudio del 2019 reveló que la representación de mujeres en el liderazgo nacional estaba correlacionada con la implementación de políticas de cambio climático más robustas.
Organizaciones internacionales, como el PNUD, el IPCC y la IPBES, describen el conocimiento indígena como fundamental para la adaptación al cambio climático y desacelerar la pérdida de biodiversidad y una extinción masiva. Sin embargo, reconocer la importancia del conocimiento de las mujeres o de los pueblos indígenas no es suficiente si no abordamos la historia, los legados coloniales y las barreras estructurales a la subrepresentación.
La autora es directora del Departamento de Medio Ambiente y Desarrollo de la Universidad para la Paz.