Según datos de la OCDE, la participación de las mujeres costarricenses en la población económicamente activa es muy baja, tan solo un 44 %, por debajo de la media de los países miembros. Mientras tanto, los líderes, Islandia y Australia, tienen porcentajes del 74 % y el 68 %, respectivamente.
La razón de esta disparidad es multidimensional. A los patrones culturales, estereotipos y la responsabilidad en las labores domésticas y de cuidados, se suman diversos obstáculos en el ámbito laboral. Entre ellos destacan los prejuicios que asignan menor valor al trabajo femenino en comparación con el masculino, lo que se traduce en menores salarios y menos oportunidades de ascenso, así como el riesgo de ser víctimas de hostigamiento sexual.
Una preocupación adicional es que, aunque en muchas profesiones se gradúan más mujeres que hombres, ellas tienden a elegir carreras con menor empleabilidad. Además, preocupa que la OCDE advierta que, en pocos años, el 27 % de los empleos en Costa Rica estarán en riesgo de desaparecer debido a la automatización y la inteligencia artificial.
Si no se actúa, las brechas existentes se ampliarán. Según el Estado de la Nación, existe una brecha sistémica en contra de las mujeres en las áreas con mayor proyección, las llamadas STEM (ciencias, matemáticas, ingenierías y tecnología). En particular, en carreras como computación e ingeniería, persiste un “núcleo duro” que sigue siendo predominantemente masculino.
Las expectativas en el hogar, el trato diferenciado de los docentes que desconocen los sesgos de género, los problemas de admisión y avance, así como la deserción femenina en estas profesiones, plantean grandes retos.
Afortunadamente, el mundo está empezando a reconocer estas barreras. Por ello, destaco el caso de AstraZeneca, que ha ideado y promovido el programa EstrellaZ en conjunto con Paniamor, el MEP (Cartago), la Universidad de Costa Rica y el Tecnológico. Este programa ha beneficiado a 500 jóvenes y ya está en su tercera generación, con 250 participantes adicionales, proporcionándoles las herramientas necesarias para soñar en grande y mejorar el mundo.
Cierro con la recomendación de las Naciones Unidas de crear políticas públicas que promuevan la inserción de las mujeres en STEM, políticas que, según la organización, tienen un gran potencial para incrementar el PIB de los países en más de un dígito.
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La autora es politóloga y miembro del Advisory Board del Wilson Center en asuntos para América Latina.