Es conocida la anchísima tolerancia de diputados de Nueva República (NR) y la Unidad Social Cristiana (PUSC) con el gobierno, al punto de acuerpar el uso del Ministerio de Hacienda y la Dirección de Tributación para acosar a un adversario político del chavismo.
Legisladores de los dos partidos se aliaron con el oficialismo para salvar de la censura al ministro de Hacienda, Nogui Acosta, y le excusaron por haber fundamentado el “megacaso de evasión fiscal” en una denuncia anónima publicada por un equis —da pena ajena repetirlo— en un video en TikTok.
En el plenario, Acosta se hizo acreedor de calificativos de Liberación, Frente Amplio y Liberal Progresista que lo desacreditan, moral y profesionalmente, por la instrumentalización del Estado para atropellar la honra de un ciudadano. Pero también por haber faltado a la verdad, el 31 de enero, cuando, mirándolos a los ojos, garantizó que la denuncia la sustenta “un informe técnico”, el cual, como es sabido, no existe. Hay uno, pero desde octubre el “anónimo” pidió archivarlo por falta de pruebas.
El jueves de la semana pasada, la expresidenta del Patronato Nacional de la Infancia Gloriana López confirmó a los diputados que no solo Hacienda tiene especial interés contra el accionista de CRHoy Leonel Baruch. La Casa Presidencial también interfirió en un proceso de custodia de los hijos del empresario ante el PANI. ¡Hasta en asuntos familiares se entromete la presidencia!
La evidente persecución, en la que se alinean cuatro entidades, es a todas luces injustificable, salvo para NR y cinco diputados de la Unidad. En medio de todo, da esperanza saber que los valores no están tan perdidos en tres disidentes del PUSC, entre ellos, Carlos Felipe García Molina, de 27 años.
Su discurso es una lección para los que se disfrazan de renovadores. Les dijo: “Si la tercera república es aceptar irregularidades, arrasar con la institucionalidad, quitar las becas, perseguir personas por como piensan, no cuenten conmigo. Si la tercera república es politizar la justicia, tampoco cuenten conmigo”.
En pocas palabras, el más joven de la Asamblea Legislativa destacó el peligro que significan para la democracia los diputados que se acomodan al poder y al silencio.
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El autor es jefe de Redacción de La Nación.