La combinación de inflación con estancamiento económico (estanflación) es un peligro real en estos momentos. Estados Unidos y otras economías enfrentan sus presiones inflacionarias con políticas monetarias, dirigidas a reducir la demanda.
Por ejemplo, el Banco Central de Estados Unidos está en un proceso de elevar las tasas de interés, lo cual impactará negativamente en la inversión y el gasto en consumo y, por tanto, en el crecimiento del PIB.
Además, no renovará vencimientos de deuda del Gobierno de ese país por un monto mensual de aproximadamente $90.000 millones, lo que obligará a su ministerio de finanzas a recurrir a los mercados privados y soberanos para colocar esa deuda (más de un trillón de dólares en un año) y presionará aún más hacia arriba las tasas de interés.
La restricción de la demanda como fórmula para enfrentar un proceso inflacionario es la medida correcta cuando el incremento en los precios es el resultado de políticas expansivas fiscales, monetarias o ambas.
La inflación actual, sin embargo, podría no ser causada por esas razones, sino por el incremento en los precios de la energía y los alimentos, resultantes de la crisis de los contenedores y de las sanciones derivadas de la guerra en Ucrania.
Si ese fuese el caso, se trataría principalmente de una inflación de costos (problemas por el lado de la oferta) y no de demanda, por lo que enfrentarla restringiendo la demanda solo reduciría el crecimiento del PIB sin eliminar la inflación (estanflación).
Receta incorrecta
Cuando una inflación es causada por el lado de los costos, las restricciones monetarias (elevación de tasas de interés) incrementan el desempleo y ralentizan la economía.
Esto porque se aplica una receta antiinflacionaria ajena a las causas del problema. En esos casos, lo correcto desde el punto de vista de la producción y el empleo es más bien validar el incremento en los costos con una política monetaria ajustada (acomodada).
De esa manera, los costos reales en los mercados que están causando esa inflación de costos (incluido el mercado de trabajo) se verán reducidos y se evitaría una recesión.
Esta ruta se tiende a rechazar por una parte del pensamiento económico obsesionada con una inflación cercana a cero, lo cual termina atribuyendo más importancia a los precios que al empleo y la producción, o sea, más significación a las variables nominales que a las reales.
Esa obsesión conduce a que dos de los objetivos más importantes de la política económica —la producción y el empleo— se les degrade a herramientas para combatir la inflación.
Cómo mantener la tendencia descendente de la deuda
Evidentemente, siempre debe evitarse una espiral inflacionaria, pues la incertidumbre que provoca no tarda en afectar la inversión, el empleo y la producción.
Pero existen amplios márgenes para acomodar la política monetaria a una inflación de costos sin que se alimente un círculo vicioso inflacionario.
Lo cierto es que la forma en que Estados Unidos (y otros países cuyas políticas impactan en nuestra situación) está enfrentando la actual inflación tiene un impacto directo negativo en la evolución de la relación deuda/PIB en nuestro país (y muchos otros).
Habiendo eliminado el déficit primario, esa relación descenderá si el crecimiento del PIB es mayor que la tasa de interés ponderada de la deuda.
Pero si Estados Unidos eleva las tasas de interés para reducir la inflación por medio de una reducción del crecimiento del PIB, será muy difícil para Costa Rica mantener una tendencia descendente en el peso de la deuda sobre el PIB.
Con un superávit en el déficit primario suficiente para compensar una relación negativa entre el crecimiento del PIB y las tasas de interés sobre la deuda, sería factible mantener la tendencia descendente de la deuda.
Créditos de fuentes oficiales
Sin embargo, dados los recortes ya materializados por el gobierno saliente, originados en decisiones legales y administrativas, no existe mucho margen para incrementar el superávit primario, sobre todo, si los ingresos pierden dinamismo por la reducción en el crecimiento del PIB.
Por lo demás, el enorme costo político sufrido por el Partido Acción Ciudadana (PAC), en gran parte por la responsabilidad con la que el gobierno saliente actuó en materia de ingresos y, principalmente, de gastos, no pasará inadvertido por lo menos para una parte de la clase política reinante.
Una alternativa es obtener nuevos créditos de fuentes oficiales multilaterales y bilaterales, con el fin de financiar una buena parte de los vencimientos que se avecinan con tasas de interés concesionales, de tal manera que mejoren las posibilidades de que la relación entre crecimiento y tasas de interés sea positiva, para que así la relación deuda/PIB continúe en la dirección ya iniciada.
El gobierno saliente cumplió con creces las metas acordadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El país tiene entonces credibilidad y autoridad moral para presentarse a la comunidad internacional a solicitar financiamiento, en lugar de verse obligado a pagar las tasas que enfrentaremos en los mercados privados de capital, donde la mejora lograda en el margen por riesgo se verá neutralizada por el incremento en las tasas base de mercado.
El peligro de que la relación deuda/PIB revierta el rumbo descendente que ha venido experimentando es causado por políticas oficiales externas, por lo que aspirar a financiamiento oficial concesionario se sustentaría en una racionalidad totalmente defendible.
Apoyo legislativo
El presidente, Carlos Alvarado, hizo una oportuna solicitud al FMI con este tipo de argumentación. Estoy seguro de que las nuevas autoridades en el Poder Ejecutivo, sin perder tiempo, reforzarán ese planteamiento y solicitarán su ayuda para negociar con otras fuentes oficiales de crédito.
Ante esta nueva urgencia, los diputados deberían aprobar sin dilaciones todo nuevo crédito concesional que el gobierno negocie y presente a la Asamblea Legislativa.
Sería lamentable perder lo ganado y dar al traste con la tendencia decreciente de la relación deuda/PIB porque eventos externos contrabalancean los esfuerzos y sacrificios hechos por el país en los últimos cuatro años.
Lo mejor para el nuevo gobierno ante los desafíos planteados por la estanflación que podría estar en camino.
El autor es economista.