El mundo entero vive actualmente el resurgimiento más pronunciado de contagios por covid-19 que se haya visto durante la pandemia. Cifras de la OPS/OMS indican que, en los últimos días, el número de casos nuevos detectados a escala mundial ha rondado los 3 millones cada 24 horas, y en la región de las Américas, se han duplicado durante la última semana.
Costa Rica, por su parte, ha superado los récords de contagio en varias ocasiones durante los últimos siete días. Esto es más alarmante aún si consideramos que los casos reales son muchos más que los detectados.
La razón de este pronunciado incremento es la variante ómicron, la cual se ha vuelto rápidamente dominante en el mundo, que causa un impacto que también crece con rapidez. La OMS estima que alrededor de la mitad de la población en Europa se habrá contagiado de ómicron en las próximas semanas.
La velocidad del incremento en los contagios no tiene precedentes y amenaza con desestabilizar nuevamente la ya golpeada realidad de los sistemas de salud, la economía y el ansiado regreso a la “normalidad” en prácticamente todos los países, especialmente en aquellos que exhiben peores índices de desarrollo.
Sin embargo, si bien la nueva variante es más contagiosa, por diferentes factores parece ser menos grave. Datos preliminares muestran una mayor afinidad de esta variante por células del tracto respiratorio superior, a diferencia de otras que son más afines a las células pulmonares. Esta podría ser una de las razones por las cuales ómicron parece presentar una menor probabilidad de enfermar de forma grave, de requerir hospitalización, conexión a un ventilador o provocar la muerte.
Surgen entonces diversas preguntas: si me contagio de ómicron, ¿me dará una simple gripe y nada peor que eso? ¿Debería tomar alguna medida especial para protegerme de esta nueva variante? ¿Qué sucederá con los servicios de salud? ¿Qué podemos esperar del retorno a la “normalidad” y la recuperación económica nacional y global?
La respuesta a la mayor parte de estas preguntas es que aún no sabemos con certeza qué podemos esperar. Pero eso no significa que no sepamos qué debemos hacer.
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Vacunarse
En primer lugar, lo fundamental es que por ningún motivo podemos dejar de vacunarnos. Si bien con ómicron la posibilidad de contagiarse para una persona vacunada es más alta que con otras variantes, sabemos a ciencia cierta que la probabilidad de tener una enfermedad grave o morir es inmensamente menor cuando se tiene el esquema completo de vacunación.
Si usted no se ha vacunado, si según el programa nacional de vacunación le corresponde una dosis de refuerzo, o bien, vacunar a uno de sus hijos o hijas, hágalo lo antes posible. La inmunidad toma algunos días en desarrollarse después de la vacuna, y cuantos más días pasen sin protección, mayor es el riesgo de enfermar gravemente.
Segundo, también sabemos que sí debemos seguir tomando medidas especiales, aunque estemos vacunados. Hay muchas personas que aún están en serio riesgo, como las personas adultas mayores, aquellas con condiciones crónicas subyacentes, las inmunodeprimidas o quienes aún no se han podido vacunar —en el caso de Costa Rica— por motivos médicos concretos.
Muchos niños y niñas todavía no han tenido acceso a la vacunación, y si bien su riesgo es menor que el de las personas adultas, no quisiéramos exponerlos si tenemos la posibilidad de tomar medidas de prevención.
Por último, para todas las personas existe riesgo de enfermar de forma grave por diversas causas, y cuando los casos son tan elevados, el sistema de salud se satura y es posible que no estén disponibles los recursos necesarios para recibir la atención requerida.
Reforzar el cumplimiento de las medidas de prevención
Las medidas de prevención ante esta nueva variante son las mismas que ya conocemos: uso adecuado de mascarilla, lavado de manos, distanciamiento físico con otras personas, preferir los espacios abiertos o propiciar la ventilación natural de espacios cerrados, así como quedarse en casa si presenta síntomas de resfrío.
Aunque no podemos afirmarlo con seguridad, se espera que en poco tiempo podamos volver progresivamente a un escenario más estable. Así como el ascenso de ómicron ha sido más abrupto que el de las variables anteriores, es posible que el punto más alto de la ola tenga menor duración y luego descienda con rapidez.
Por ello, durante las próximas semanas, será especialmente importante reforzar el cumplimiento de las medidas de prevención, así como reducir al máximo las interacciones sociales fuera de la burbuja familiar y evitar a toda costa exposiciones masivas o a gran cantidad de personas, especialmente en lugares cerrados y con poca ventilación. También, hay que postergar las reuniones y eventos sociales, así como teletrabajar siempre que sea posible.
Tercero, aunque la proporción de casos graves sea menor, la enorme cantidad de casos nuevos aún puede generar la saturación de los servicios de salud. Además, ya no disponemos de la misma capacidad hospitalaria.
La Caja Costarricense de Seguro Social ha retomado la atención de otras situaciones de salud menos urgentes que habían quedado postergadas, por ejemplo, los accidentes de tránsito han regresado con el aumento en la movilidad.
Esto lleva a que haya mucha más ocupación de servicios de salud por patologías distintas a la covid-19 que en las olas anteriores. Recuperar a tiempo la capacidad hospitalaria se vuelve difícil debido al incremento acelerado de casos, y la posibilidad de que el personal de salud se infecte y deba ausentarse de sus puestos de trabajo también aumenta, comprometiendo aún más la capacidad de atención. En síntesis, todos estos factores podrían llevarnos a una situación realmente compleja en los servicios de salud en las próximas semanas.
¿Y cuándo entonces volveremos a la normalidad?
Con relación a la recuperación económica, lamentablemente, aún no podemos decir que estamos cerca de alcanzarla. Hemos visto como en Europa y Norteamérica ómicron está afectando el sector productivo porque hay demasiadas personas enfermas en casa.
En Latinoamérica sabemos que la informalidad en el empleo impide a muchos poder aislarse, y eso acelera aún más la propagación. La disrupción de las cadenas de producción, de transporte, la afectación del consumo, la inflación, son todos aspectos que siguen impactando la economía mundial y que están lejos aún de resolverse en su totalidad. El comportamiento explosivo de nuevas variantes como ómicron no nos permitirá, por ahora, una recuperación completa.
¿Y cuándo entonces volveremos a la normalidad? La covid-19 es aún demasiado impredecible, descontrolada y causa demasiados estragos en la salud y en el funcionamiento de la sociedad para anticipar el fin de la pandemia.
Persiste una gran inequidad en el acceso a la vacuna, en especial en África y partes de Asia, donde en algunos casos ni siquiera las personas con mayor riesgo y los profesionales de la salud han tenido acceso a la inoculación. Mientras esto ocurra, seguiremos viendo el surgimiento acelerado de variantes de preocupación, como lo han sido las más recientes delta y ómicron.
Una reflexión final. La pandemia hasta el momento ha cobrado la vida de millones de personas en el planeta y ha tenido un enorme impacto en la salud física, mental y en las oportunidades de surgir económicamente de miles de personas, tanto en Costa Rica como en el resto del mundo.
Todos y todas hemos sufrido de una u otra forma; sin embargo, las poblaciones más vulnerables son también las más afectadas. Aquellas que tienen menos son también las que tienen más precariedad en el empleo, más barreras para acceder a la salud, mayor carga de enfermedades crónicas, más dificultades para sobrellevar períodos de pérdida económica, menor capacidad de seguir adecuadamente las medidas de prevención o de cumplir protocolos de aislamiento. Necesitamos trabajar unidos para recuperar a quienes se han visto más afectados.
Hoy más que nunca necesitamos de la solidaridad de las personas y los países. La pandemia nos ha alejado del cumplimento de los objetivos de desarrollo sostenible, de derrotar la pobreza y el hambre, de garantizar la salud y la educación, de enfrentar la urgente necesidad de revertir el cambio climático, de lograr mayor igualdad y paz social en el 2030.
La pandemia no se acabará cuando se acaben las olas de covid-19, la pandemia se acabará realmente cuando hayamos logrado retomar el camino de transitar juntos y juntas hacia un mundo libre del sufrimiento que esta enfermedad ha causado.
Recién, cuando hayamos logrado aprender las lecciones y aprovechar las oportunidades de salir fortalecidos de esto como país, como región y como comunidad mundial, podremos decir con certeza que hemos logrado al fin derrotar a la pandemia.
Autores: Dra. María Dolores Pérez, representante de OPS/OMS en Costa Rica y Dr. Gustavo Mery, asesor en sistemas y servicios de salud de OPS/OMS en Costa Rica.
Nota: este es el primero de una serie de tres artículos sobre la variante ómicron.
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