En los últimos días ha habido una riquísima discusión sobre el tipo de cambio. Me sumo nuevamente con el atrevimiento de agregar a la discusión algunas propuestas concretas, dirigidas a generar algún incremento en el tipo de cambio o, por lo menos, frenar su caída, considerando que un mayor descenso del valor de la divisa en el mercado nacional afectaría a unos 30.000 trabajadores de empresas agroexportadoras, ante la eventualidad de un cierre de su fuente de ingresos, y quienes además tienen escasas probabilidades de reinserción laboral.
En un breve repaso de las condiciones actuales de la economía, señalo los siguientes aspectos que considero de interés para los propósitos del artículo:
1. Exportamos mucho más de lo que importamos. La balanza de pagos que publicó el BCCR arrojó un saldo mayor de exportaciones por un monto de $4.869 millones, lo que ha permitido reducir el déficit en cuenta corriente. Destaca el dinamismo del sector de los servicios, principalmente turismo, junto con los de apoyo empresariales de informática e información.
2. El gobierno ha ingresado una cantidad considerable de dólares por eurobonos y empréstitos, sin que ello haya implicado un incremento de su endeudamiento externo neto, debido a que simultáneamente ha realizado el pago de emisiones.
3. El sector privado incrementó en un 50 % su endeudamiento en el exterior. Un monto mayor en casi $3.000 millones entre el tercer trimestre del 2021 y el tercero del 2023.
4. Otras sociedades de depósito (bancos, financieras, cooperativas, en general entidades financieras que emiten pasivos) redujeron levemente su endeudamiento en el exterior.
Medidas no deseadas
Si buscamos limitar la llegada de dólares frescos a la economía con la finalidad de buscar aumentar su deseabilidad y por tanto su precio, deberíamos ver de dónde están llegando esos dólares para aplicar ahí las medidas concretas, es así como podríamos pensar en disminuir la llegada de turistas (por ejemplo, cobrando una visa turística cara), lo cual, por supuesto, es inconveniente.
Además, podríamos intentar frenar el crecimiento de las zonas francas, exigiendo por ejemplo unos mínimos de inversión mucho más altos que los actuales, lo cual tampoco es beneficioso para el país, ya que limita a una gran cantidad de potenciales inversionistas.
De hecho, turismo y zonas francas son las dos palancas más fuertes del modelo de desarrollo actual y más bien debemos procurar su fortalecimiento, junto con un modelo que sea todavía más distributivo.
Incluso, algún atrevido, en un ímpetu de locura, podría pensar en limitar la libre circulación del dólar, lo cual también debemos rechazar de entrada, debido a que Costa Rica prácticamente tiene una economía bimonetaria y porque esa libre circulación obedece a un principio de libertad de comercio, que también es parte fundamental de nuestro ambiente de inversión.
Así pues, descartadas ad portas esas tres posibilidades y considerando las limitaciones enunciadas en el artículo “Tipo de cambio y políticas públicas” (2/2/2024), pasaré a considerar el escenario con el que tenemos que trabajar, que no es grande… pero es lo que tenemos.
A diferencia de otras oportunidades, en que el gobierno es un comprador hambriento de los dólares que llegan al mercado, dado el éxito del proceso de consolidación fiscal realizado en la administración Alvarado, Hacienda se podrá dar el lujo de acudir al mercado con una menor presión y decidir si capta o no, y bajo las condiciones que sean de su total interés.
La única forma de llevar adelante un incremento en el tipo de cambio, o cuando menos frenar su descenso, será con un conjunto de medidas, algunas que menciono y otras que, presumo, el Ejecutivo guarda celosamente en secreto y bajo siete llaves, pero entendiendo que una sola medida no va a cambiar ni la dirección del tipo de cambio ni las expectativas sobre esa dirección. Veamos:
Realizar la emisión de $1.000 millones correspondiente a los eurobonos del segundo semestre del 2024 en el mercado de deuda interna: Para esto, Hacienda puede estructurar una emisión de deuda interna (o varias, incluso con diferentes plazos y características, en colones para reducir el riesgo cambiario) y levantar el libro de órdenes internamente.
La condición para colocar esos valores sería que las ofertas estén al mismo nivel o por debajo de la curva soberana, en el caso contrario, Hacienda se iría al mercado internacional a colocar los eurobonos. No es necesario exonerar esta emisión, ya que, finalmente, la inmensa mayoría va a quedar en manos de entidades exentas.
La meta total de endeudamiento del 2024 (eurobonos incluidos) es de un poco menos del 5 % del PIB, y el mercado local ha sido capaz de soportar endeudamientos superiores al 12 %, por lo cual, la colocación de los $1.000 millones no tiene la capacidad de crear ningún tipo de tensión con el potencial de subir la tasa de interés.
La medida puede ser ejecutada por Hacienda sin necesidad de ninguna ley especial o ser ordenada por la Asamblea mediante una modificación a la Ley 10332
Repatriación de créditos privados: La banca pública y privada puede diseñar un programa para traer a Costa Rica los créditos que tienen empresarios costarricenses en el exterior, colonizándolos y sacando dólares al exterior para el pago de estos.
La medida brindará una mayor seguridad al empresario, al eliminar el riesgo cambiario y fijar una tasa en colones. En este momento, existe un contingente total de créditos en el exterior por unos $9.000 millones, lo cual, además, es un negocio muy apetecible para la banca costarricense.
Incrementar la inversión en el exterior de los fondos de pensiones: Los fondos están autorizados para invertir hasta un 50 % de su activo en valores extranjeros. Hoy, queda suficiente espacio para incrementar la posición que mantienen para alcanzar ese máximo.
Esta acción es positiva para este planteamiento, debido a que implica el traslado de divisas fuera del país y ayuda en el proceso de diversificación y mejora del rendimiento de los fondos de pensiones de los costarricenses; por ejemplo, en los últimos 10 años, el rendimiento anualizado del S&P 500 fue del 14,17 %, mientras el Dow Jones fue un 12,95 %. La medida no requiere autorizaciones adicionales.
Incrementar el pago de las deudas en el exterior de las otras sociedades de depósito: Estamos frente a deudas por unos $3.400 millones, de forma tal que, si se logra pagar una parte mediante emisiones internas, créditos colonizados o utilización de recursos propios, estaríamos frente a otra acción que sacaría dólares de circulación y los llevaría al mercado extranjero.
Incrementar las compras en el exterior: Medida coyuntural, a corto plazo, no deseable a mediano o largo plazo. En este caso concreto, observo tres oportunidades:
A) El comercio detallista de bienes importados podría realizar un esfuerzo para incorporar en el precio al consumidor la mayor parte del beneficio en la reducción del valor del dólar mediante una rebaja de precios, que incentive el consumo importado.
B) Un sector específico, el de los importadores de autos eléctricos, podría trasladar al consumidor los beneficios de la exoneración, con lo cual se incentivaría aún más el traslado de la flotilla existente a una mucho más limpia y conforme al Plan Nacional de Descarbonización, aprovechando de una vez para sacar fuertes cantidades de dólares al exterior.
C) Las empresas manufactureras que utilizan materias primas importadas podrían incrementar sus reservas en estas, de forma tal que aprovechen un tipo de cambio que les es favorable, y con base en este definir los precios futuros de sus productos, para lo cual podría habilitarse el financiamiento bancario correspondiente. En el caso concreto, se hace necesario que soliciten un producto de protección cambiaria.
Potenciar el mercado financiero de protección cambiaria: Augusto de la Torre señaló la necesidad de desarrollar un mercado de protección cambiaria. Es necesario agregar que ya existe un incipiente mercado, en el cual durante enero y febrero del 2024 se han negociado $88 millones. Son montos bajos, considerando los del comercio internacional costarricense.
El mercado financiero nacional debe impulsar fuertemente el desarrollo de ese mercado, de forma tal que las opciones, futuros y swaps se conviertan en operaciones comunes para exportadores, importadores y como mecanismos de cobertura para ciertos créditos.
Este mercado nos permitirá también ir recogiendo, en forma anticipada, las expectativas reales que tienen los agentes económicos sobre el tipo de cambio, y las traslada directamente al mercado cambiario.
Reducción de la TPM: Esta sería otra acción positiva en la ruta que estamos tratando, pero debe realizarse en el tiempo y criterio adecuados, y ambas condiciones deben quedar a la más absoluta discreción del BCCR.
En la lucha contra la inflación, el BCCR ha dejado patente su buen criterio, mostrando los mejores resultados en la OCDE, por eso, más allá de que es su competencia legal, se ha ganado el beneficio de la duda para que defina cuándo y en cuánto se reduce la TPM.
Cuando la TPM está tan solo 50 puntos base por arriba de la tasa de interés de Estados Unidos es de esperar que cualquier movimiento del BCCR nos ponga a la misma altura, o incluso por debajo de la tasa de la Fed. Esperemos que entonces las voces de siempre tomen al menos algún tiempo antes de empezar a decir “¿y qué se creen en el BCCR, que ahora Costa Rica es una economía más grande que Estados Unidos?”.
¿Podrán estas y otras medidas detener o variar la trayectoria del tipo de cambio de forma permanente? No, el éxito del proceso de consolidación fiscal, unido a las buenas noticias del modelo de desarrollo económico, indica que aún no se ha llegado a un punto de equilibrio.
Corresponde al Ejecutivo poner en marcha las medidas de carácter coyuntural y estructural para lograr la reducción del impacto social que un tipo de cambio bajo produciría para miles de costarricenses. Esperemos que así sea.
El autor es exministro de Hacienda.