El abuso sexual contra menores o discapacitados es alarmante. Según datos del Observatorio de Violencia de Género contra las Mujeres y Acceso a la Justicia del Poder Judicial, las denuncias ante las fiscalías van en aumento: 2.623 en el 2015; 3.734, en el 2018.
Es decir, el año pasado recibieron un promedio de 10 al día, aunque es de suponer que la incidencia fue mayor por los casos no denunciados.
Para comenzar a enfrentar esta grave violación de derechos de nuestros niños, el Patronato Nacional de la Infancia (PANI) lanzó recientemente la campaña “Enséñeles el nombre correcto de los genitales”, que pretende acabar con el tabú de que es una vulgaridad o malacrianza llamar a alguna parte de nuestro cuerpo por su nombre.
A nadie sonroja hablar del ojo, del brazo, de la pierna o de una mano, pero, según el criterio de algunas personas, hay que buscar mil nombres para evitar decir pene o vulva porque ¡qué pena!
Eliminar la suciedad emocional. Según la psicoterapeuta Nancy Steinberg, que los niños llamen por su nombre las partes íntimas les quita la connotación de sucio o vergonzoso: “Nadie dice ‘tengo frío en las alitas’, en lugar de decir las orejas”; de la misma manera, debe hablarse del pene, la vulva o la vagina, sin inventarles otro nombre para referirse a ellos.
La periodista Lizeth Castro contó la dolorosa historia de una niña que le dijo a su maestra: “Mi tío toca mi galleta y no me gusta”. La profesora no entendió que se trataba de abuso sexual y que la tal “galleta” era la vagina.
La educadora sexual infantil Elena Laguarda escribe sobre los nombres “inventados” para los genitales: “Será una mentira que el niño descubrirá, y le quedará la sensación de que sus papás son unos brutos, que no entienden y que mejor preguntan a alguien que sí sepa; o se pueden angustiar pensando en por qué les habrán mentido, si habrá sido porque es algo malo”.
El personal de la Clínica Mayo publicó la nota educativa “¿Cómo hablar sobre sexo con los niños pequeños y en edad preescolar?”, y recomienda enseñarles los nombres de los órganos sexuales, lo que, según indican, prepara “el terreno para mantener conversaciones honestas y sinceras en los próximos años”. Señalan, además, la pertinencia de que aprendan “que nadie tiene permitido tocarles las partes privadas del cuerpo sin permiso” y que el cuerpo de los niños es diferente al de las niñas.
Los expertos coinciden: los niños y las niñas deben conocer el nombre real de sus órganos genitales; saber que se llaman pene y testículos o vulva y vagina, y que nadie debe tocarlos.
Saber los protege. Si un niño víctima de abuso sexual no conoce el nombre correcto de sus partes del cuerpo, no sabrá comunicar adecuadamente la situación en la que se encuentra. Es decir, vuelve a los niños vulnerables.
El sitio web Healthy Children, de la Asociación Americana de Pediatría (AAP), ofrece una serie de recomendaciones a los padres, entre las que destacan enseñar a los niños el pudor y el respeto a su privacidad y partes íntimas, y a no forzar el afecto.
Indica la AAP: “No obligue a su hijo a dar abrazos o besos a la gente si no quiere hacerlo. Está en su derecho de decirles —incluso a la abuela o al abuelo— que no quiere darles un beso o un abrazo. El contacto inapropiado, especialmente de parte de un adulto de confianza, puede ser muy confuso para un niño. Reafirme constantemente la idea de que su cuerpo es suyo y puede protegerlo. Es muy importante que su hijo sepa que debe decirle a usted o a otro adulto de confianza si fue tocado. De ese modo, su hijo sabe que también es su deber protegerlo”.
La AAP diferencia entre “contacto bueno” (demostración de afecto, como un abrazo) y “contacto malo” (tocamiento de partes íntimas).
Recomienda: “Deles a sus hijos una regla sólida. Enséñeles que no es bueno para nadie mirar o tocar sus partes íntimas, o las que cubren el traje de baño. Es más fácil para un niño seguir una regla y lo ayudará a reconocer inmediatamente un ‘contacto malo’ si tiene en cuenta esta pauta. Asegúreles a sus hijos que los escuchará, les creerá y que desea protegerlos”.
Viejos moldes. En la educación de los niños del siglo XXI es necesario romper muchos moldes del pasado. ¡Que nadie nos venga a hablar de “galletas” y “potitos”! ¡Que nadie nos ofenda diciéndonos que la ignorancia es una “buena educación”!
Resumo y reitero: el respeto al pudor y a las partes íntimas del niño, el respeto a la decisión de abrazar o no hacerlo, la seguridad de ser escuchados y atendidos, el aprendizaje del nombre correcto de las partes de su cuerpo, son herramientas trascendentales para que en la edad preescolar los seres humanos moldeen sus emociones, sus afectos y sus seguridades, y una garantía de que sabrán comunicar adecuadamente toda situación de riesgo o abuso sexual en que se encuentren.
Esperemos que, tal como lo está promoviendo el PANI, la educación apropiada nos ayude a que muy pronto la nuestra sea una sociedad donde no solo se visibilice y castigue, sino que también se elimine el abuso contra los menores de edad o discapacitados.
La autora es odontóloga.