No sabemos cuándo oficinas y centros educativos serán reabiertos. Todas las encuestas realizadas a quienes están trabajando en sus casas muestran lo mismo: no van a volver a desempeñarse de forma presencial cinco días a la semana nunca más. Las respuestas más frecuentes indican entre dos y tres días.
Quienes estudian tienen menos discreción, pero no hay motivo para pensar en un regreso a las aulas en el mismo horario.
Tanto las labores con las personas sentadas en sus sillas como el estudio en los pupitres será una mezcla de presencia y virtualidad flexibles para variar la mezcla según los diferentes momentos y necesidades.
Recientemente me referí a la red educativa a cargo de la Fundación Omar Dengo (FOD) para el Ministerio de Educación Pública (MEP).
Si bien la primera etapa cubrirá cerca del 75 % de la población estudiantil, es menos de la mitad de los centros educativos más grandes.
Los centros educativos más pequeños tienden a estar más alejados. La brecha digital, claro está, posee diferentes dimensiones. El tamaño de las organizaciones, cuanto más pequeñas, menos digitalizadas; la ubicación en zonas rurales, cuanto más alejadas, menos digitalizadas; el nivel socioeconómico y la edad: los mayores tienden a sentirse menos cómodos con la tecnología digital.
El cierre de la brecha es tarea pendiente. Para reducirla será necesario, mas no suficiente, universalizar el acceso a la tecnología (equipos y conectividad).
También debe universalizarse el conocimiento con el propósito de aprovechar la tecnología como herramienta para la salud, el estudio y el trabajo.
Productividad. Para tener presencia en las redes sociales no es necesaria la alfabetización digital, como sí lo es para utilizar la tecnología de manera productiva.
La diputada Yorleny León, con apoyo del Ministerio de Educación Pública (MEP) y el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones (Micitt), presentó un proyecto de ley para la creación del Programa Nacional de Alfabetización Digital. Incluye la etapa restante de la Red Educativa del Bicentenario, junto con un esfuerzo de alfabetización de los ciudadanos a través de los Centros Comunitarios Inteligentes del Micitt.
La conectividad de muy alta velocidad simétrica es fundamental y urgente para la educación en el 100 % de las escuelas y colegios, porque la virtualidad no se cerrará cuando termine la pandemia.
También es necesario que estudiantes y padres de familia tengan acceso a Internet de alta velocidad en los hogares. La red llevará fibra óptica hasta los centros de enseñanza, pero esta posee muchos hilos que permiten ofrecer también el servicio a los hogares. Quienes requieren un subsidio están registrados en la base de datos del IMAS y Fonatel lo cubrirá.
Dinero de Fonatel. El proyecto plantea utilizar los fondos de Fonatel para construir y operar la red, así como para brindar la capacitación. No hay duda de que será un gran paso en la dirección correcta para cerrar la brecha digital.
La primera etapa cuenta con un presupuesto de $1 millón mensuales a fin de cubrir el 75 % de la población estudiantil. Siguiendo el mismo modelo de contratación del servicio a 15 años o más, el plan de gastos de la segunda etapa difícilmente será superior a los $12 millones anuales y ciertamente no precisa una inversión inicial ni correr riesgos de ejecución u obsolescencia.
Esta fase cubre más centros educativos, pero menos estudiantes, lo cual implica menor ancho de banda total. La primera etapa ya habrá incluido los centros de operación y seguridad de la red (NOC y SOC, por sus siglas en inglés). Adicionalmente, la subasta a la baja asegurará un buen precio por Mbps.
Si se hace una clara distinción entre el tráfico local y el internacional, el presupuesto será menor. La mayor parte del tráfico de la red será local, por lo cual no será necesario, ni por mucho, que el acceso internacional sea la suma de los anchos de banda de todos los centros educativos. Además, el uso, al no requerir arrendamiento de cable submarino, es mucho más barato.
La alfabetización de los ciudadanos también deberá contratarse como servicio y ser pagada por el ciudadano, con una clara medida de haber alcanzado el grado deseado en la materia.
Apegados al papel. La pandemia hizo que el cierre de la brecha digital se tornara urgente. Las tres semanas que las comisiones legislativas han dejado de sesionar evitaron la discusión del proyecto. Lo anterior se debe a la falta de asistencia técnica presencial.
Hay una enorme labor de educación digital y esta debe llegar a las instituciones para que abolamos el papel como medio de registro y documentación.
Espero que la Asamblea Legislativa retome el proyecto con la importancia y la urgencia requeridas para que cuando emerja un nuevo virus los sistemas estén preparados para trabajar de manera virtual.
El autor es ingeniero.