Hace pocos meses uno de los principales tanques de pensamiento sobre el futuro del mundo, Millennium Project, publicó una investigación de gran relevancia para reflexionar acerca de los escenarios posibles que tendremos en las próximas tres décadas.
La investigación se titula Work/Technology 2050: Scenarios and Actions. El trabajo culmina con la presentación de tres supuestos que, siguiendo la lógica de la técnica de la construcción de escenarios, corresponden a un futuro optimista (Si los humanos fueran libres: la economía de la autorrealización), uno pesimista (Agitación político-económica: desesperación futura) y uno tendencial (Es complicado: una bolsa mixta).
Cuando se trabaja en la construcción de escenarios futuros, los nombres que se seleccionan son como títulos de un cuento, es decir, relatos que se escriben de tal manera que vemos a los personajes (actores sociales) tomando decisiones sobre las variables que cambiarán el mundo (factores de cambio) y viviendo una trama de relaciones sociales, políticas, económicas, culturales, ambientales y tecnológicas que dan forma a un futuro.
La técnica de planificar el futuro a partir de la construcción de posibilidades no es nueva en lo absoluto; lo que ha sucedido es que tomó fuerza en los últimos años y, sin duda, el evento disruptivo que marca nuestro presente la aceleró.
Los tres supuestos giran en torno a las mismas variables y actores; solo que en cada caso se toman decisiones diferentes, las cosas se realizan de forma diferente y, por tanto, los resultados varían.
Las variables usadas fueron el cambio tecnológico y el cultural, la desigualdad social, los trabajos del futuro, la revolución educativa y el crecimiento económico.
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Acciones concretas. El trabajo tardó tres años y se llevó a cabo por medio de talleres en 29 países y fue validado por personas expertas, conocedoras de las temáticas de más de 50 naciones. Además de los tres escenarios del futuro al 2050, se construyó algo muy valioso para la reflexión en nuestro país: 93 acciones de cómo la humanidad puede orientar la estrategia para alcanzar el escenario apuesta o más conveniente (Si los humanos fueran libres: la economía de la autorrealización).
«Las tecnologías futuras previsibles no solo alterarán el trabajo, sino también los cimientos de las culturas de todo el mundo. El mundo es consciente de que la concentración de la riqueza está aumentando, las brechas de ingresos se están ampliando, el crecimiento económico sin empleo parece la nueva norma, el retorno de la inversión en capital y tecnología generalmente es mejor que en mano de obra, las tecnologías futuras pueden reemplazar gran parte del trabajo humano físico y mental y el desempleo estructural a largo plazo es un pronóstico ‘sin sorpresas’», se lee al inicio del informe final de la investigación.
Este relato expresa mucho de lo que personas reflexivas de nuestro país y del mundo indican desde hace tiempo, pero no han tenido eco en acciones concretas y políticas públicas a largo plazo (efecto Casandra).
Lo más significativo del relato es que nos pone a pensar de manera estratégica y causal en lo que podríamos hacer con el binomio virtuoso tecnología-trabajo.
En primera instancia, no se trata de una transformación de la educación únicamente. Señala el estudio que «el mundo no es consciente de las estrategias a largo plazo para abordar estos problemas, aparte de enfocar la educación en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Mejorar la educación CTIM es bueno, pero insuficiente para abordar el desempleo global debido a la inteligencia artificial, robótica, impresión 3D y 4D, biología sintética, drones, nanotecnología, ciencia computacional, blockchain, análisis de nubes, ciencia cognitiva, inteligencia humana aumentada, computación cuántica, tecnología-consciente y futuras sinergias entre estas».
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Para cada ámbito. Por ello, el estudio aporta 93 acciones de gran calado que deberíamos conversar desde ya en los diferentes espacios de reflexión y planificación del desarrollo.
Las universidades, los medios de comunicación, las instituciones públicas, las empresas, las organizaciones de la economía social solidaria, los sindicatos, las municipalidades, en fin, todos los actores sociales deberíamos estar pensando en el futuro y cómo anticiparnos para no sufrirlo, sino aprovecharlo y dar a las siguientes generaciones la posibilidad de disfrutar sus derechos humanos.
Las acciones se presentan en diferentes ámbitos de la vida en sociedad; no obstante, hay algunas que llaman la atención porque su lectura y comprensión resulta simple.
Por ejemplo, en el ámbito del gobierno y la gobernanza se señalan «programas de capacitación para políticos, antes de gobernar, que incluyan metodologías de gobernanza prototípica»; en la educación «incluir futuros, así como incluimos historia en el plan de estudios. Enseñar visiones alternativas del futuro, la previsión y la capacidad de evaluar futuros potenciales»; en el caso de las empresas, «desarrollar formas para que las empresas y los empleados creen valor ético, estético y social, además del valor económico y material».
Es momento de superar el enfoque lineal de la planificación y ponernos en modo prospectiva y los estudios del futuro. Claro que cada uno deberá construir su propio futuro, analizando cuáles son los factores de cambio que inciden en el cumplimiento de la misión de la organización, si es una que tiene futuro, o si su actividad principal ya no será requerida por la sociedad.
En el ámbito del Estado, este tipo de reflexiones se hacen sobre la vigencia del valor público que generan las instituciones, si ese valor será requerido por la sociedad en el futuro o si es mejor iniciar una transformación integral.
Elizabeth Florescu, directora del Millennium Project, afirma que «necesitamos pensar globalmente y a largo plazo sobre el futuro de la dinámica del trabajo y la tecnología, porque si algunos países hacen todo bien para conseguir una transición relativamente fluida hacia la próxima economía, pero otros no, es muy probable que aumenten las divisiones y la migración masiva».
Quizá trabajando bajo la luz que da la prospectiva y la construcción de escenarios, sea más válido plantear un proceso de reforma del Estado y el empleo en Costa Rica.
El autor es docente en la UNA y la UCR.