LUXEMBURGO– ¿Es usted capitalista de riesgo? Entonces, casi seguro que es un hombre. Pero le conviene saber que el mejor modo de ganar al mercado es invertir su dinero en una empresa dirigida por una mujer.
Esa regla de oro (cherchez la femme) simplificaría radicalmente las complicadas decisiones de inversión de la industria del capitalismo de riesgo. Pero como el 91 % de los puestos ejecutivos del área están ocupados por hombres, nunca se prestó suficiente atención al rendimiento de las empresas lideradas por mujeres.
Para impulsar la innovación en Europa, es necesario que las empresas dirigidas por mujeres consigan financiamiento que les permita alcanzar su potencial.
La pérdida anual de productividad en la Unión Europea (UE) como resultado de la salida de mujeres del área de la tecnología de la información y las comunicaciones (TIC) es alrededor de 16.200 millones de euros ($19.100 millones).
Las mujeres representan aproximadamente el 52 % de la población de Europa; sin embargo, solo constituyen el 34 % de las personas autoempleadas de la UE y el 30 % de las que crean start-ups.
Encima, en el 2017, las empresas de TIC lideradas por mujeres recibieron en todo el continente menos del 10 % de la inversión en start-ups.
Hay estudios que indican que las empresas dirigidas por mujeres exhiben cierto grado de aversión a riesgos y por eso son menos propensas a buscar financiamiento externa.
Aun sabiendo que pueden conseguirlo, muchas emprendedoras en la UE prefieren aportar una parte grande del capital inicial de sus empresas ellas mismas.
Por eso, cuando un nuevo emprendimiento es creado por una mujer, es menos probable que busque capitales de riesgo.
La relativa ausencia de mujeres en el sector emprendedor, combinada con su preferencia declarada por iniciar sus empresas sin ayuda externa, puede haber contribuido a una reducción de la demanda general de financiamiento externo en Europa.
La situación es todavía peor en Estados Unidos, donde unas cuatro de cada cinco empresas de capitales de riesgo jamás emplearon a una mujer en un puesto jerárquico del área de inversiones. Y de cada diez personas nuevas que contratan, apenas una es mujer.
En síntesis, una combinación de aversión a riesgos femenina, sesgos de género masculinos y la subrepresentación de las mujeres en el ámbito de la inversión y la creación de empresas ha creado un círculo vicioso difícil de romper.
Esa es la parte mala. La parte buena es que es posible romper el círculo vicioso, sobre todo si se piensa en el amplio potencial de las emprendedoras para la innovación y la creación de empleos.
Las empresas dirigidas por mujeres tienden a atraer más inversiones en sus etapas avanzadas que las dirigidas por hombres. Además, su mediana de ingresos tiende a superar al mercado, y es más probable que empleen a otras mujeres emprendedoras.
Esas son algunas de las conclusiones de un informe que el Banco Europeo de Inversiones (BIE) publicó a principios de julio.
De hecho, el BEI también halló que, entre las empresas de la UE apoyadas por capitales de riesgo, las lideradas por mujeres son más exitosas en cuanto a valor y volumen de negocios.
Las empresas maduras financiadas por capitales de riesgo tienden a contratar a más mujeres en general, y esto ha contribuido a una reciente alza en el financiamiento para empresas fundadas por mujeres o que tienen mujeres en puestos ejecutivos.
Otro hecho igualmente prometedor es que el ritmo anual de inversión de capitales de riesgo en empresas dirigidas por mujeres en Europa ya es mayor al crecimiento general de la inversión en la región.
Desafíos globales, como la pandemia de covid‑19, ponen de manifiesto la necesidad de más financiamiento para las mujeres emprendedoras, quienes desempeñarán un papel fundamental en la respuesta a los shocks de mercado y en la recuperación económica.
La conmoción causada por esta crisis ofrece una oportunidad para alentar un mayor equilibrio de género en el sector innovador. Pero para avanzar hacia la paridad de género y cosechar a plenitud los beneficios de la diversidad, se necesita un cambio radical de actitudes, culturas empresariales e instituciones.
En este sentido, el BEI viene haciendo un esfuerzo decidido en pos de mejorar su propia diversidad de género. Pero todavía falta mucho: de los nueve miembros del Comité de Dirección, solo tres (incluida yo) somos mujeres.
Además de lograr una mayor paridad de género en los puestos de liderazgo, el Grupo BEI también debe procurar que sus decisiones financieras beneficien a todos los miembros de la comunidad por igual.
Para tal fin, el Banco adoptó una estrategia de igualdad de género y empoderamiento económico de las mujeres basada en tres pilares: protección, impacto e inversión.
El objetivo es identificar empresas innovadoras y de alto crecimiento lideradas por mujeres para ofrecerles asesoramiento, opciones de financiamiento y ayuda para establecer conexiones con otros actores del mercado.
Algunas entidades financieras participantes incluyen, hasta ahora, a CaixaBank (España), Garanti Bank (Rumania), Karmijn Kapitaal (los Países Bajos) y UniCredit (Italia).
Sería bueno que otros bancos de inversión y desarrollo de todo el mundo consideren la adopción de un modelo similar.
Con una firme alianza entre los bancos públicos y los inversionistas privados, es posible alentar a capitalistas de riesgo y otras fuentes de financiación a mejorar el equilibrio de género en sus estrategias.
En definitiva, garantizar el acceso a financiamiento para las empresas dirigidas por mujeres implica creación de empleo y un aporte a la prosperidad compartida.
El empoderamiento femenino no solo tiene sentido desde el punto de vista ético y social, sino que también es bueno para los negocios.
Lilyana Pavlova: es vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones.
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