Dice un viejo adagio que el optimista inventó el avión y el pesimista, el paracaídas. En los últimos años, en nuestro país, han sobrado los segundos y escaseado los primeros.
La excepción quizás sean Franklin Chang, quien promueve el hidrógeno como combustible, y los muchachos que lanzaron el primer satélite de Centroamérica para medir el dióxido de carbono (CO2) de los bosques tropicales.
Ciertamente, en los últimos 50 años hemos tenido éxitos en el sector ambiental y es falaz lo dicho por un pequeño grupo de críticos, que todo está pendiente y el país casi casi merece una tarjeta roja.
Más aún, varios aciertos se deben a políticas de Estado y es un orgullo nacional mostrarlos, como el haber decidido libremente dedicar gran parte del presupuesto, territorio y esfuerzo a transformarse en un país próspero siguiendo la senda del desarrollo sostenible. Además, en 1996 —durante la administración Figueres Olsen— se reformó el artículo 50 de la Constitución Política para garantizar a los costarricenses el derecho a un medioambiente sano.
A raíz del premio dado a Costa Rica por su liderazgo ambiental global, cabe destacar los motivos.
Bosques naturales crecieron de nuevo. Costa Rica ha promovido una política forestal, cuyo resultado es ser un atípico país tropical cuya tasa de cobertura de floresta pasó de un 21 % en 1987 a un 57 % en el 2018, según información satelital de la FAO.
Costa Rica sustituyó la extracción de madera de sus bosques por la visita guiada de turistas, convirtiendo el ecoturismo en parte de la marca del país.
En agosto, el presidente, Carlos Alvarado, publicó con orgullo en Twitter el mapa de la NASA donde se muestra la diferencia en el manejo de incendios forestales entre Costa Rica y sus vecinos, a pesar de poseer los otros siete países zonas de vida similares y haber experimentado los mismos efectos del fenómeno de El Niño.
La diferencia radica en la prevención, la educación en escuelas y comunidades, la existencia de un millar de bomberos voluntarios auspiciados por el Minae (hombres y mujeres), un sistema de observación y el uso de tecnología satelital para vigilar y actuar en los puntos de calor.
El control exitoso de los incendios forestales refleja un esfuerzo de 10 años durante los cuales el país lo ha sostenido inmerso en crisis fiscales y gobiernos de diverso signo.
Cobertura eléctrica y energía renovable. Nuestro país se propuso proveer de energía eléctrica a toda la población desde la fundación del Instituto Costarricense de Electricidad por José Figueres Ferrer y Jorge Manuel Dengo. Estamos cerca de la meta.
De acuerdo con el índice de cobertura eléctrica del ICE, de agosto del 2017, alcanzamos el 99,39 %. Recientemente, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) anunció los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El número siete, en particular, propone una lucha contra la pobreza energética prestando el servicio a todos a más tardar en el 2030. Nosotros tenemos la capacidad de lograrlo 10 años antes. Ese 0,61 % de la población sin servicio eléctrico afecta desproporcionadamente a indígenas, afrodescendientes y campesinos sin tierra de las zonas rurales.
Otro objetivo de la ONU es doblar el porcentaje de energía renovable a escala global para llevarlo al 29 %. Costa Rica ya está en ese rango, pues, en promedio, alcanza el 27 % al combinar los derivados del petróleo usados en el transporte con el 95 % o más de la electricidad generada con fuentes renovables.
Agua y políticas azules. Resultados más recientes son las políticas azules en mares y en el manejo del agua aprobadas por la administración Chinchilla.
En dicho gobierno, se establecieron enormes áreas marinas protegidas y la isla del Coco es citada por científicos de la talla de Enric Sala como ejemplo de ecosistema marino sano y de cómo lucía el mar hace 400 años.
El reporte de Acueductos y Alcantarillados concluyó que, al finalizar el 2018, Costa Rica contaba con una población de 5.003.402 de habitantes, de los cuales un 92,4 % recibe agua potable.
No obstante, el país tiene pendiente el tratamiento de aguas residuales y aún se usan tanques sépticos. Una enorme inversión está en marcha para colocar plantas de tratamiento en las principales ciudades.
Retos. En otras palabras: en energía y ambiente muchas cosas se han hecho bien en los últimos 50 años, no perfectas, pero es injusto demeritar o negar nosotros mismos el camino andado. Examinemos los retos porque los hay y son muchos.
Sobre la utilización excesiva de químicos en la agricultura, tan solo hace tres meses la FAO publicó las guías voluntarias para el empleo sostenible de fertilizantes, por lo intricado del problema y lo difícil de consensuar estándares globales. Son cada vez más quienes practican la agricultura y ganadería responsable ambientalmente; sin embargo, ha sido un proceso lento.
Tenemos pendiente decidir de una vez por todas cuál es el destino de los combustibles fósiles. El país optó por no construir una refinadora nueva y por no explotar su petróleo. ¿Por qué no dar el paso definitivo y caminar hacia el transporte eléctrico o el basado en hidrógeno? Es posible si acordamos otra política de Estado, en este caso, para el transporte.
El premio entregado ayer a Costa Rica es justo y refleja lo actuado. Si queremos recibir otros galardones en el futuro, es necesario resolver los desafíos pendientes. Y si deseamos heredar un país mejor a nuestros hijos y nietos, más personas deben soñar con diseñar aviones y cohetes, y menos deben dedicarse a los paracaídas o, peor aún, pararse en la escoba.
El autor fue ministro de Ambiente y Energía.