El mes pasado, el grupo provacunas 1Day Sooner publicó una carta abierta a Francis Collins, director de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, instando a los reguladores a autorizar y comenzar los preparativos para llevar a cabo pruebas “de exposición” con las vacunas para poner fin a la pandemia de la covid-19 lo antes posible.
En estos ensayos, a voluntarios bien informados se les inyectarán potenciales vacunas (o un placebo) y luego serán “expuestos” intencionalmente al SARS-CoV-2, el virus causante de la covid-19.
Más adelante en este mes se enviará una carta similar a las autoridades de los departamentos de salud gubernamentales en varios países donde se está llevando a cabo la investigación para la vacuna contra la covid-19 y a Keva Bain, presidenta de la Asamblea Mundial de la Salud, organismo a cargo de las decisiones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El día en que se difundió la carta abierta a Collins, Adrian Hill, director del Instituto Jenner en la Universidad de Oxford y firmante, declaró que cree que las pruebas de exposición serían “factibles y reveladoras” en los próximos meses.
El Instituto Jenner está entre los líderes en la búsqueda de una vacuna contra el SARS-CoV-2 y este es el primer anuncio por parte de un desarrollador que indica su apoyo a las pruebas de exposición.
En mayo, el Grupo de Trabajo de Orientación sobre Pruebas de Exposición a la Covid-19 afirmó que serían “significativamente más rápidas” que los ensayos estándar en campo, para los cuales los investigadores deben esperar a que haya una cantidad suficiente de personas expuestas antes de poder determinar si la vacuna funciona.
Una demora en la obtención de la vacuna podría significar cientos de miles de muertes más, meses adicionales de confinamiento, mayor desempleo y, en muchos países, que millones de personas carezcan de alimentos suficientes.
Profesionales involucrados. Quince premios nobel, más de 50 filósofos profesionales y muchos otros intelectuales prominentes han firmado la carta. La participación de tantos filósofos —incluso quienes a menudo tienen enfoques diferentes sobre la ética y se ponen de acuerdo en muy pocas cosas más— es notable.
No todas las cuestiones derivadas de las pruebas de exposición corresponden a la pericia de los científicos; los filósofos —más específicamente, quienes se especializan en bioética— estudian la ética de la investigación, un campo que incluye preguntas sobre cuán aceptables son las pruebas de exposición, y se basan en información provista por los científicos para sus reflexiones, discusiones y eventuales juicios éticos.
No podemos hablar por todos los filósofos que firmaron la carta abierta, pero creemos que se debiera permitir a voluntarios bien informados que se inscriban en un estudio posiblemente peligroso que reducirá el tiempo necesario para crear una vacuna eficaz para todos quienes puedan verse expuestos al SARS-CoV-2.
La alternativa es que el virus continúe imponiendo niveles de riesgo mucho más elevados a otras personas —especialmente a los profesionales de la salud, adultos mayores y otros con problemas subyacentes de salud— que reduzcan sus posibilidades de sobrevivir al contagio.
Riesgo para ayudar a otros. Debemos ser coherentes en nuestras actitudes frente al riesgo. En otras áreas de la vida pensamos que es loable que la gente arriesgue sus vidas (incluso levemente) para salvar a otros.
La probabilidad para un donante de riñón es 1 en 3.300 de morir como resultado de la donación; sin embargo, ese riesgo no nos lleva a prohibir la donación de riñones.
La probabilidad de muerte por las pruebas de exposición para los voluntarios jóvenes y saludables sería de menos de 1 en 10.000.
Esta forma de pensar lleva a muchos especialistas en ética a concluir que no debiéramos prohibir que personas jóvenes y saludables se ofrezcan como voluntarias para una prueba de exposición. Por el contrario, debiéramos elogiarlas por arriesgar su seguridad para salvar a otros.
Es cierto que los riesgos de exponerse a la covid-19 no son tan conocidos como los de la donación de riñones. De todas formas, mientras los voluntarios entiendan esta incertidumbre, muchos éticos han decidido que los riesgos son aceptables.
Podemos comparar esta situación con la de los voluntarios que participan en una operación de rescate peligrosa (por ejemplo, la misión que liberó a los trabajadores atrapados en la mina de oro Beaconsfield en Tasmania, Australia, en el 2006).
Los rescatistas desconocían la probabilidad exacta de sufrir lesiones graves o la muerte, pero se arriesgaron de todas maneras y fueron celebrados como héroes.
Solo hacen falta unas pocas personas valientes para rescatar a mineros atrapados. Sin embargo, para que los ensayos con vacunas sean estadísticamente válidos necesitamos cientos, tal vez miles, de voluntarios.
Afortunadamente, unas 30.000 personas de 140 países ya se inscribieron para someterse a las pruebas de exposición al coronavirus.
Debemos agradecer su voluntad de ayudarnos en la peor crisis sanitaria que el mundo ha experimentado en el último siglo.
Peter Singer: es profesor de Bioética en la Universidad de Princeton y fundador de la organización benéfica The Life You Can Save (Salvar una vida). Entre sus libros se cuentan “Liberación animal”, “Practical Ethics” (Ética práctica), Salvar una vida y “The Most Good You Can Do” (Hacer el mayor bien posible).
Isaac Martínez: egresado en el 2020 de la Universidad de Princeton, donde estudió Filosofía Moral, es además voluntario para las pruebas de exposición y director de proyectos en 1Day Sooner.
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