Metafóricamente, las ciudades tienen sus puertas de Alcalá. Elementos concretos que vemos, tocamos y habitamos. Que dan significado a ciudades como nuestra capital y lo que aún queda del paisaje patrimonial josefino.
Como bien señala el lema de Icomos, «No se construye el mañana demoliendo el ayer». Debemos enfatizar en que, «por su presencia material y singular (…), como bienes culturales concretos, poseen un elevado significado simbólico (…), condensadores de valores», como dice el director de la cátedra de Patrimonio y Arte Navarro, el español Ricardo Fernández García.
El escenario patrimonial del conjunto habitacional ubicado en Cuesta de Núñez —específicamente en San José, avenida primera, calles 13 y 15— debe preservarse, no hay duda alguna; es una de las pocas lecturas de valor histórico-arquitectónico que nos quedan en la maltrecha ciudad.
La foto que acompaña este artículo fue tomada hace unos seis años y en ella resaltan cinco de seis viviendas señoriales de gran significado cultural-arquitectónico y valores históricos. Voces del pueblo valoran la existencia de estas grandes señoras con rasgos victorianos y claman protegerlas.
Falta la declaratoria. Existe preocupación por la posible demolición; están en riesgo porque no han sido declaradas patrimonio. El Centro de Patrimonio informó de que la declaratoria fue solicitada en el 2019 y el estudio técnico, también; sin embargo, no se concreta por falta de claridad e interés institucionales.
Las casas podrían correr la misma suerte que otras viviendas de interés patrimonial en lugares cercanos a San José y Montes de Oca, recientemente destruidas ante un silencio sepulcral escalofriante de diversas instituciones.
Es necesario un cambio de paradigma en la defensa del patrimonio historico-arquitectónico. Las complejidades multidimensionales de nuestras ciudades ameritan un repensar en infinitud de aspectos, así como investigación aplicada de la complejidad urbana y su relación con la sociedad.
Es urgente revisar la Ley 7555, de 1995, mejorarla en lo referente a la protección del entorno de bienes patrimoniales y sus valores económicos, sociales, antropológicos.
Es preciso un tratamiento con participación de arquitectos, economistas, ingenieros, planificadores, diseñadores urbanos, historiadores y abogados. También sinergia entre instituciones estatales.
Tarea del Ministerio de Cultura. Necesitamos leyes para obtener más ayuda estatal y privada y la concientización patrimonial. Consideramos que la posición de las municipalidades debe reformarse. Los gobiernos locales aducen que sin la declaratoria del Ministerio de Cultura no están facultados para denegar un permiso de demolición por principio de legalidad.
¿No posee motivación y recursos suficientes el Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural del Ministerio para realizar las declaratorias?
Las instituciones deben poseer normas legales expeditas que impidan demoliciones de sitios de interés patrimonial, como en este caso.
En San José, y el resto de Costa Rica, necesitamos salvaguardar el patrimonio responsablemente para las futuras generaciones; que no se destruya lo profundo del alma del pueblo y poder decir orgullosamente: «Y ahí están, ahí están viendo pasar el tiempo, / las casas de Cuesta de Núñez. / ¡Míralas, míralas, míralas, míralas!».
Sobre las autoras: María de los Ángeles Barahona Israel es arquitecta y Marité Valenzuela Hernández es egresada de Arquitectura.