La agricultura, la ganadería, la pesca y la acuicultura son actividades fundamentales de nuestra economía. Su contribución al empleo, a la generación de divisas, a la seguridad alimentaria y al progreso social es incuestionable. En la crisis generada por el virus SARS-CoV-2, causante de la covid-19, su trascendencia es aún mayor.
Dichas actividades generan un 12 % del empleo nacional y son particularmente estratégicas para la creación de encadenamientos con otras industrias y para brindar oportunidades laborales en zonas rurales.
La agricultura contribuye con un 24 % de las exportaciones, divisas vitales para la importación de lo que consumimos. Los $3.500 millones exportados en el 2019 alcanzan para pagar dos veces la factura petrolera y sobra para comprar en el extranjero muchísimos productos para satisfacer necesidades básicas
Seguridad alimentaria. La agricultura contribuye de varias formas a la seguridad alimentaria. Primero, asegura la disponibilidad de los alimentos producidos en suelo costarricense, como hortalizas, carnes, leche y frutas. Segundo, las divisas obtenidas por la exportación permiten la importación de una gran cantidad de otros alimentos, como arroz, frijoles, maíz y trigo, además de maquinaria, agroquímicos y fertilizantes necesarios en los cultivos. Tercero, la producción agrícola promueve la actividad económica en las zonas rurales y, consecuentemente, es fuente de ingresos para las familias.
De acuerdo con las cámaras de Agricultura y Agroindustria y de Comercio, la cadena de abastecimiento de alimentos es robusta y eficiente. Costa Rica no debe temer una escasez. Existe suficiente comida y el país tiene reservas sustanciales. Sin embargo, está claro que ha habido cierta dislocación en la cadena de frutas y hortalizas de consumo doméstico, pues, por un lado, canales fundamentales como el turismo y los restaurantes bajaron muchísimo la demanda y, por otro, los consumidores tienen menos poder adquisitivo.
Así, es crucial que la agricultura reciba el apoyo posible con el objetivo de que continúe produciendo de forma más eficiente y sostenible a fin de garantizar al país la seguridad alimentaria.
También, es deseable atender las disrupciones temporales en la cadena de valor para que se coloque a corto plazo la oferta existente. Y, finalmente, es muy necesaria la atención directa de las familias que han sufrido una caída en sus ingresos y están en riesgo de no poder adquirir sus alimentos.
Propuesta. A continuación, resumo algunas medidas que pueden contribuir a estos propósitos.
1. Comercio de productos agrícolas. Es fundamental que el Poder Ejecutivo garantice la operación normal de carga en puertos, aeropuertos y fronteras terrestres para llevar a cabo las labores de exportación e importación de alimentos e insumos. Además, debe ser vigilante de que otras naciones no impongan barreras a la exportación de alimentos, por lo cual es primordial que nuestro país continúe liderando esfuerzos que aseguren el libre comercio en el seno de la Organización Mundial del Comercio.
2. Liquidez. Es imperativo dar un salvavidas para que los negocios, en general, y agrícolas, en particular, soporten los problemas temporales de liquidez.
Los programas anunciados por los bancos y el gobierno van en la dirección correcta, pero el sector agropecuario tiene especificidades que deben ser entendidas. Es el momento para que los bancos públicos retomen el liderazgo en el financiamiento de la agricultura.
3. Asistencia técnica para producir más y mejor. Los métodos tradicionales de transferencia de conocimientos y tecnología a los agricultores han quedado obsoletos. Es preciso atender propuestas de la Cámara de Agricultura para que las universidades y el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) asuman las agencias de extensión y establezcan los “Ebáis” de la agricultura.
4. Alimentos baratos. En plena la crisis, los industriales del arroz anuncian la necesidad de importar un contingente adicional de 60.000 toneladas y piden la declaratoria de desabastecimiento.
Es la oportunidad para liberalizar el comercio de arroz y que dicha rebaja pase directamente al consumidor, sin que las ganancias por la eliminación del arancel queden en manos de unos pocos como hasta ahora. Así, todos los costarricenses, sobre todo los de menos ingresos y que son quienes gastan proporcionalmente más dinero en la compra de alimentos, recibirán un buen apoyo financiero.
5. Registro de agroquímicos. La situación de emergencia amerita la aprobación de una ley que elimine la presa en el registro de agroquímicos. Por razones que merecen la pena ser explicadas en otro artículo, el Poder Ejecutivo de tres administraciones ha sido incapaz de registrar nuevos insumos necesarios para la producción.
En la lucha contra la covid-19, es imprescindible que los agricultores dispongan de los elementos de última generación más eficientes y sostenibles para mejorar su productividad.
6. Generación de empleo. Es probable que muchas empresas agrícolas enfrenten escasez de mano de obra mientras muchos costarricenses no tienen trabajo en este momento. Es hora de desarrollar una alianza público-privada para promover trabajos en zonas rurales vinculados con la agricultura, incorporando flexibilidad en las modalidades de contratación y aseguramiento.
7. Creatividad. Todos hemos recibido mensajes donde se anuncia la venta de “combos” de hortalizas, frutas, pescados y otros alimentos. Estoy seguro de que con el ingenio de muchos será posible colocar la oferta disponible y crear nuevos canales de comercialización para varios de estos productos.
En esta crisis, estamos entendiendo el valor de la agricultura para nuestra sociedad. Aprovechemos entonces para fortalecer el agro y lograr que sea uno de los bastiones en la lucha contra el coronavirus y en la reconstrucción de la economía.
El autor es economista.