Que los hay, los hay. No lo podía poner en cifras más claras y candentes el viceministro de Seguridad respecto de la violencia contra la mujer (La Nación, 30/1/21): el año pasado hubo en promedio 50 casos al día; una llamada por agresión cada 13 minutos; 103 armas de fuego, en lugares reportados por violencia intrafamiliar, etc.
Vaya, vaya. Me temo que este año el sexo «fuerte» romperá su propio récord. Saludo de paso a Kimberly Suárez, atacada por un cobarde el 9 de enero; esperemos que la oficial retome pronto su valiente servicio, pero, aparte del criminal casi asesinato, ¿la factura ingente la pagaremos todos? Estoy de acuerdo con el servidor público: «El único número aceptable en esta materia es el cero».
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Pero quiero ir más lejos, por las causas. Durante siglos ancestrales toda la humanidad estuvo movida por defensa territorial, para lo cual se necesitaba la procreación. Sobre todo de varones: «Alemania necesita soldados». cantábamos, nosotros, inocentemente entonces, allá en los años sesenta, sin darnos cuenta de la carga hitleriana, todavía.
La píldora y los condones son benditos remedios, mejor dicho reguladores, pero no para el relajo moral que con alguna frecuencia constatamos y pocas son las parejas con el ánimo y la constancia de nuestros padres.
Cabe seguir luchando cada vez más fuerte contra los arquetipos genéricos: por un lado el «segundo sexo» (unas mil páginas densas de mano de Simone de Beauvoir) frente al macho «superior» por la mera fuerza bruta.
Mientras tanto… toda la carga ideológica contra la mujer. Para ese sistema patriarcal (la Biblia, san Pablo y san Agustín, misóginos empedernidos) «ella» tiene la culpa del pecado y ha de aprender a ser sumisa… Señoras y señores, ese esquema cabe desterrarlo ya.
Respuesta a la covid-19. Ahora, con mayor razón, se evidencia. La cruel covid-19 mata a más machos que hembras. Muchos. La mortalidad de ellos llega a ser el doble que entre mujeres de la misma edad. ¿Factores externos? Sí, pero también evidencias científicas, cada vez más: sistemas inmunes más eficaces en ellas que entre los machos.
Tras ser vacunadas, las mujeres generan más inmunidad contra la gripe que los hombres, mientras que estos, con VIH, suelen tener más carga viral que las infectadas. Esta fortaleza inmune se da desde el inicio: las niñas de corta edad son mucho más resistentes.
Viendo las cosas con la distancia que recomendaba Láscaris para la observación, en nuestra región constato una mezcla aparentemente contradictoria de sentimientos en el varón. En cantidad de ellos, su descarga de semen va con déficit de madurez. ¿Amor? Ojalá este vaya más allá de las florcitas anuales con el besito circunstancial.
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Dependencia. Demasiado se ve la relación integral entre varón y mujer como predominantemente sexual; ¡hermoso componente!, pero que debería multiplicarse en tanto pequeño detalle de mutua asistencia y comprensión. No podremos negar que fuimos colonizados por andaluces, lo cual en el mismo vocablo remite a lo árabe. Además, el culto comercial a la madre y la mamitis que observo en mi entorno no dejan de esconder en muchos de nosotros una falta de real madurez. No quiero generalizar, pero, de veras, gran cantidad de nuestros varones andan varados.
Todos descendemos de una mamá, pero en algún momento, por lado y lado, cabe cortar el cordón umbilical, pues la compañera no es la segunda mamá. Si eso no se logra, se perpetúa la dependencia y uno a diario constata el resultado: cada vez más se ven restos de varón, envueltos en trapos, hasta en nuestras avenidas. ¿Borracho, drogado? Invito a indicarme si alguna vez han visto a una mujer en tal estado autoinfligido. Conozco universitarios bilingües caídos de su pedestal.
De veras que, en particular entre nosotros, el moderno varón en cantidad de casos nos deja en entredicho. Apunto sin desarrollar otros puntos punzantes: el moderno varón por un lado; la tremenda, para no decir patológica endogamia-en-un-huevito que por aquí prevalece (ya detectada por Samuel Stone en La dinastía de los conquistadores).
Otra lepra es el incesto, intocable, invisible, pero que, por ejemplo en Francia, acaba de ser destapado por Camille Kouchner. Vaya, su libro tiene título en español, La familia grande, y el subtítulo da escalofrío: «Autopsia de un incesto». Investigadores sociales, tienen ustedes la palabra para destapar ese tabú, terrible también entre nosotros.
El autor es educador.