“Estimados miembros del Congreso: Estamos sometidos a la intolerable competencia de un rival extranjero, que disfruta, al parecer, de instalaciones superiores para la producción de luz, lo que le permite inundar nuestro mercado nacional a un precio extraordinariamente reducido. En el momento en que aparece, atrae toda la clientela y, de este modo, un sector importante de la industria, con todas sus innumerables ramificaciones, se ve repentinamente reducido a un estado de completa paralización. Este rival, que no es otro que el sol, lleva a cabo una guerra amarga en nuestra contra… Nuestra petición es que el Congreso apruebe una ley mediante la cual se ordene el cierre de ventanas, tragaluces, persianas, cortinas y, en general, todas las aberturas, agujeros, hendiduras y fisuras por las cuales la luz del sol suele penetrar en nuestras viviendas, en perjuicio de las rentables manufacturas que nos orgullecemos de contribuir al país”.
El párrafo anterior es una paráfrasis de la parábola conocida como “La vela”, escrita por el economista francés Frédéric Bastiat en 1845. En ella, los fabricantes de velas, candelabros y productos relacionados presentan una petición al gobierno solicitando protección contra la competencia del sol.
Argumentan que la luz solar gratuita es injusta y perjudica su industria, ya que reduce la demanda de velas. Sugieren que, para mantener la prosperidad de las empresas de la iluminación, se cierren las ventanas para limitar o eliminar la luz solar.
De esta forma, Bastiat argumenta a favor de la competencia y el libre comercio por medio de esta pieza satírica y educativa que utiliza la exageración para hacer una crítica y transmitir una lección económica.
Las velas en Costa Rica
Recordé este texto cuando leí en La Nación que la Compañía Nacional de Fuerza y Luz (CNFL) había cobrado hasta un 400 % más a los clientes que instalaron paneles de celdas fotovoltaicas bajo esquemas de generación distribuida.
Los actores aducen problemas con el texto del reglamento de generación distribuida, cobros erróneos o no autorizados. La CNFL admitió que su plataforma de cobros no está lista para aplicar las nuevas tarifas aprobadas por la Aresep y reconocer la energía producida por los usuarios.
Sospecho además que ha habido un sesgo del sector público en contra de la generación distribuida, pues de alguna forma amenaza el modelo de negocio tradicional.
La generación distribuida hace referencia a la producción de energía eléctrica en una escala más pequeña y localizada, en contraposición a la generación centralizada, típica de las instalaciones convencionales.
En este modelo, la generación de electricidad tiene lugar en proximidad al punto de consumo, frecuentemente hogares, edificios y comunidades. Ejemplos habituales incluyen sistemas fotovoltaicos, turbinas eólicas de pequeña escala, sistemas de cogeneración en edificios y proyectos de microrredes que incorporan diversas fuentes de energía en una comunidad.
La generación distribuida desempeña una función fundamental en la transición hacia un sistema energético más sostenible. Ofrece numerosas ventajas, entre las que se incluyen la reducción de pérdidas de transmisión al producir electricidad cerca de su consumo, mejorando así la eficiencia energética y disminuyendo la necesidad de costosas infraestructuras de transmisión.
Además, promueve la resiliencia del sistema eléctrico al descentralizar la producción y permite una participación activa de usuarios individuales, empresas y comunidades en la generación de su propia electricidad, impulsando la autosuficiencia energética y la transición hacia fuentes más sostenibles.
Asimismo, contribuye a la diversificación de la matriz energética, fomenta la innovación tecnológica y, al aprovechar fuentes renovables, contribuye a la lucha contra el cambio climático, al tiempo que minimiza el impacto visual y ambiental asociado con grandes instalaciones generadoras.
Desafíos regulatorios
La implementación de la generación distribuida en Costa Rica es coherente con sus objetivos históricos de aumentar la participación de fuentes renovables, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y promover la autosuficiencia energética y nuevos modelos de negocio.
Es una decisión obvia en el marco de la abundancia de radiación solar, la presencia de vientos sostenidos y la predisposición nacional hacia la sostenibilidad reflejada en la marca país.
Como es evidente luego de esta situación que involucra a la CNFL y sus clientes, la ejecución exitosa de la generación distribuida requiere una regulación efectiva para garantizar un entorno propicio a la inversión, promover el imperio de la ley y la seguridad jurídica.
El marco regulatorio debe ser claro y estable para brindar previsibilidad a los inversionistas. Este debe incluir tarifas atractivas y mecanismos de compensación justos, que reflejen el valor real de la energía generada y permitan la amortización de las inversiones realizadas.
Es imperativo facilitar el acceso a la red eléctrica a todos los proyectos y establecer garantías de compra de energía a largo plazo. La promoción de los beneficios de esta modalidad, junto con la flexibilidad en los contratos de conexión y la coordinación con las instituciones públicas (ICE, Aresep, CNFL y otras empresas distribuidoras), contribuirá a un entorno favorable que impulse la adopción generalizada de este modelo.
Los verdaderos competidores en la transición hacia una energía más limpia no son el viento ni el sol, sino la regulación confusa y la administración negligente.
Superar los desafíos regulatorios, simplificar los procedimientos y promover marcos normativos coherentes son esenciales para liberar el potencial energético del país, permitir una transición fluida hacia las energías sostenibles y atraer empresas que creen empleos y produzcan bienestar.
victor.umana@incae.edu
Víctor Umaña es economista agrícola. Realizó sus estudios de posgrado en Economía Política Internacional en la Universidad de Berna y el ETH de Zúrich, Suiza. Es consultor internacional en comercio internacional, competitividad y desarrollo sostenible.