Querido Niñito Dios: Luego de enviarte un afectuoso saludo por tu cumpleaños, quisiera agradecer los favores concedidos este año y, de paso, aprovecho para hacerte unos cuantos encarguitos navideños.
Perdón por el abuso, pero me tomé la libertad de elaborar una lista para que no se me olvidaran las peticiones más importantes, y, si fuera posible, solicitarte la feria, es decir, un antojito al final.
En primera instancia, imploro tu intercesión por mi terruño y por todos los que vivimos en él. Protégenos del mal, de la violencia y de las calamidades, pero también líbranos de la intolerancia, la mediocridad y la corrupción.
Ayúdanos, Niñito Dios, a valorar el enorme regalo que significa vivir en una democracia que, pese a sus defectos, es garante de nuestros derechos y piedra angular de la idiosincrasia costarricense.
Por ello, si estuviera en tus santas manos, te ruego que alejes a nuestros gobernantes de las oscuras rutas que hoy nos conducen hacia la confrontación, la polarización, el aislamiento y la inacción.
En segundo lugar, imploro que la estrella que guió a los tres Reyes Magos ilumine a las personas que tendrán la responsabilidad de definir las acciones para afrontar la terrible ola de violencia que azota al país.
Multiplica, además, la sabiduría, la templanza y los recursos presupuestarios de policías, fiscales y jueces, que constituyen nuestro principal escudo de defensa contra el crimen organizado y la delincuencia de cuello blanco.
Por otra parte, ojalá pudieras pasar un recordatorio celestial a quienes deberían estar impulsando la agenda de reactivación económica, la cual prácticamente se hundió en las arenas del olvido durante este año.
Mucho te agradecería, en especial, que les refresques la memoria a quienes prometieron bajar los precios de la canasta básica, del arroz sobre todo, y de la luz, así como también de crear empleo, atender el rezago educativo e impulsar la obra pública.
Me despido, Niñito Dios, con una última solicitud: líbranos, por favor, de la aparición tempranera de candidaturas presidenciales en el 2024, porque al país le urge atender muchas cosas antes de que suenen las sirenas electorales.
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El autor es jefe de información de La Nación.