La triple crisis ambiental de nuestros tiempos, que comprende el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación, constituye una amenaza a la calidad de vida de todos los seres vivos del planeta.
Si bien los dos primeros elementos han sido mucho más difundidos, la contaminación del aire y la producida por los residuos líquidos y sólidos ocupan un sitial no menos relevante en esta negativa tríada.
La contaminación causada por los plásticos, incluidos los denominados microplásticos, en los ecosistemas marinos y terrestres ha despertado particular atención en los últimos años.
Gran cantidad de estudios e informes de organizaciones internacionales de la más diversa naturaleza y no gubernamentales han visibilizado la creciente cantidad de plásticos que cada año terminan en suelos, ríos y mares. Esto se traducen en daños ambientales significativos y, en algunos casos, afectan la salud de personas y animales.
Un reporte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) de febrero del 2022 indica que la producción anual de plásticos se ha más que duplicado en los últimos 20 años: de 234 millones de toneladas en el 2000 aumentó a 460 millones de toneladas en el 2019.
Algo similar ocurre con los residuos de ese material, que pasaron de 156 millones de toneladas a 353 millones durante el mismo período de análisis.
Amenaza global
El reporte indica que un 9% de los residuos, aproximadamente, son reciclados, un 19% son incinerados y un 50% termina en rellenos sanitarios o instalaciones similares. El restante 22% acaba en botaderos no controlados o en el ambiente.
Según el documento, 22 millones de toneladas de materiales plásticos quedan en el ambiente, constituyéndose en amenazas para las especies —sobre todo para las que viven en el medio marino—, los ecosistemas y la salud humana. La huella de carbono del ciclo de vida de los plásticos es también significativa.
Cabe destacar que este reporte forma parte de una iniciativa de la OCDE para establecer un observatorio permanente sobre la situación ambiental del plástico y las respuestas institucionales y legales que se dan rápidamente en los Estados.
En Costa Rica, un comprensivo estudio recientemente publicado por la Fundación Marviva (La contaminación por plásticos: un análisis integral) confirma tales preocupaciones.
La comunidad internacional, los países, la sociedad civil y el sector privado han tomado diversas acciones al respecto, aunque de manera fragmentada e incompleta. Estas incluyen medidas como impuestos y otras cargas, prohibiciones y restricciones a la comercialización, uso y entrega de algunos materiales y disposiciones para el manejo de los los residuos, especialmente orientadas hacia el reciclaje.
Esfuerzos internacionales recientes
Por ejemplo, en el 2019, el Convenio de Basilea sobre Movimientos Transfronterizos de Residuos Peligrosos y su Eliminación aprobó integrar (mediante cambios en los anexos II, VIII y IX) al alcance de sus obligaciones en ciertos tipos de residuos plásticos que ahora deberán cumplir requisitos básicos para poder ser exportados, en particular el consentimiento informado previo del país de destino.
La resolución entró en vigor en enero del 2021 para naciones que, como la nuestra, no la objetaron en su momento.
Asimismo, por primera vez en la historia, el relator especial de derechos humanos en materia de sustancias y residuos tóxicos, en julio del 2021 (A/76/207), elaboró un informe donde trata el impacto del plástico (su ciclo de vida) en los derechos humanos, incluidos los de los grupos más vulnerables de la sociedad.
Luego de un análisis pormenorizado de la situación fáctica y legal del ciclo de vida del plástico, el informe concluye: “Es indispensable abordar los impactos negativos de los plásticos sobre los derechos humanos e integrar un enfoque basado en los derechos humanos en las políticas sobre plásticos para encontrar soluciones eficaces y legítimas al problema mundial de los plásticos”.
No debe pasar inadvertida la trascendental decisión tomada este mes por la Asamblea General Ambiental de las Naciones Unidas, de crear un Comité Intergubernamental de Negociación para desarrollar un instrumento legalmente vinculante en lo que respecta a la contaminación debida a los plásticos, que trate de forma comprensiva el ciclo de vida de este producto e incorpore obligaciones vinculantes y voluntarias.
Se espera que el tratado esté listo en el 2024. La resolución de la Asamblea delinea algunos objetivos y posibles contenidos, lo cual deberá ser afinado por el Comité Intergubernamental durante el proceso de negociación del texto.
La determinación de la Asamblea de las Naciones Unidas es un hito histórico, que algunos comparan con el Acuerdo de París. No obstante, a consecuencia de los múltiples usos de este material en los más variados sectores y a la relevancia económica y social de su producción y comercialización, todo augura que serán negociaciones sumamente complejas, que requerirán además de un esfuerzo concertado nacional, regional y multilateral a fin de lograr soluciones eficaces y justas para combatir esta problemática que nos afecta a todos.
Jorge Cabrera Medaglia es abogado ambientalista y profesor de Derecho Ambiental en la Universidad de Costa Rica. Ha escrito siete libros, entre ellos, “Bioderecho: propiedad intelectual, comercio y ambiente: posibilidades y opciones para establecer sinergias entre los sistemas de propiedad intelectual y los tratados ambientales”. Es columnista de La Nación desde el 2008.