Tradicionalmente, la medición de la pobreza ha sido aproximada mediante el análisis del ingreso de los hogares, estableciendo un umbral o línea de ingreso por debajo del cual un hogar es clasificado como pobre.
Pero la pobreza va más allá de la tenencia de dinero. De acuerdo con el economista Amartya Sen, “la pobreza debe concebirse como la privación de capacidades básicas y no meramente como la falta de ingresos".
En el enfoque de Sen, “existen manifestaciones de la pobreza que son claramente identificables y que se relacionan con la posibilidad de desarrollar el potencial de capacidades de cada individuo”. Tomando en cuenta ese marco conceptual, en el 2015 el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) comenzó la publicación de una nueva serie de pobreza, denominada índice de pobreza multidimensional (IPM), cuyo objetivo es complementar la medición basada en la falta de dinero y medir carencias de los miembros de los hogares en cuanto a oportunidades de educación, salud, trabajo, vivienda y protección social.
En el 2010, el 26 % de los hogares estaban en situación de pobreza multidimensional, y en el 2015 el indicador era del 22 %. De conformidad con el Programa Estado de la Nación, la rápida disminución estuvo asociada a mejoras en cobertura educativa e internet en los hogares.
En el 2015, junto con la aprobación de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS), los países establecieron la meta de reducir a la mitad, antes del año 2030, la proporción de personas que viven en pobreza, en todas sus dimensiones, incluida la multidimensional.
En el 2018, la incidencia de la pobreza, según el IPM, se redujo al 19 % y al 14 % en el 2022, que finalmente se ubicó en el 10 % en este 2024. En apenas una década, Costa Rica cumplió con este ODS, algo que debe reconocerse, pero aún el 18 % de los hogares enfrentan el otro tipo de pobreza, por falta de dinero, indicador que, a pesar de la reducción en este 2024, no se encuentra en la senda esperada para alcanzar el ODS de disminución de la pobreza en todas sus formas.
Es todavía temprano para concluir si se debió a factores coyunturales insostenibles, o a mejoras estructurales en el mercado laboral, o a la situación de las familias.
El autor es economista.