La más reciente violación a la libertad de prensa y abuso de poder por parte de un político ocurrió el jueves, utilizando, como en otras ocasiones, a los policías.
Diego Miranda, alcalde de San José, salió escoltado por policías municipales tras una actividad pública. El periodista de La Nación Diego Bosque se acercó a preguntarle la razón por la cual pidió a la Dirección de Asuntos Jurídicos anular un oficio en el que tres abogados señalaron la inconveniencia de una licitación por ¢200 millones para contratar un sistema temporal de cobro de parquímetros.
Los oficiales rodearon a Miranda y empujaron a Diego Bosque. Marcelo Solano Ortiz, director de la Policía Municipal, aseguró que fue Ricardo Carrillo Carvajal, de Protocolo del ayuntamiento, quien pidió la intervención policial, es decir, los policías al servicio de las “relaciones públicas”.
Lamentablemente, estos hechos forman parte de una cadena de agresiones cuyo objetivo es entorpecer la labor de los medios para eludir la rendición de cuentas.
Un caso similar ocurrió el 28 de enero con Marta Esquivel, presidenta de la CCSS recientemente suspendida. Dos oficiales de la Unidad Especial de Intervención (UEI) la esperaban al término de una audiencia ante la Comisión de Control de Ingreso y Gasto Públicos de la Asamblea Legislativa. Hubo empujones, codazos y bloqueo de cámaras fotográficas y de video.
En ocasiones la policía incluso ha ido más allá. En abril del 2023, el fotógrafo Mauricio Aguilar Rojas, de Diario Extra, fue atacado y detenido por oficiales de la Fuerza Pública durante la cobertura de un homicidio frente a la cárcel La Reforma.
O la policía simplemente se abstiene de proteger a los comunicadores. Rodrigo Guevara y el camarógrafo Roberto Chaves, de NC Once, en setiembre del año anterior, fueron atacados por un grupo de manifestantes chavistas cuando salían de la Asamblea Legislativa.
Los insultaron, los persiguieron, empujaron al reportero y golpearon el vehículo. “Lo más indignante fue que, a pesar de la presencia de la Fuerza Pública, no tomaron ninguna medida”, explicó Guevara.
Quienes acceden al poder parecen temer a la transparencia más que a cualquier otra amenaza. Deberían recordar las palabras del controvertido fundador del Herald Tribune, Horace Greeley, quien afirmaba, allá por 1834, que algunos creen que el periodista no tiene más jerarquía que el camarero de un restaurante, de quien se espera que suministre todo cuando se le pida.
En la democracia, ocurre lo contrario: la información es pública y el alcalde y los policías, para volver a lo sucedido a Diego Bosque y a los demás reporteros, son servidores de la ciudadanía, no de los políticos.
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