Los costarricenses no nos hemos percatado de la grave situación en el Banco Popular. Es crítica, pues la cúpula del “Banco de los trabajadores” está conformada por personas que carecen de los atestados necesarios para tomar decisiones en una entidad de esa envergadura.
En junio del 2023, el entonces auditor general Manuel González y el director de riesgo Maurilio Aguilar denunciaron que miembros de la Junta Directiva incumplen requisitos académicos y de experiencia.
Esto lo vino a ratificar un análisis de riesgos de la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef), la cual declaró a esa institución en irregularidad financiera 1 y a su subsidiaria Popular Pensiones —la mayor operadora— en irregularidad financiera 2.
El problema radica en la politización del Banco. Los siete miembros de la Directiva han sido elegidos, desde agosto del 2022, por el Consejo de Gobierno, que nombró a los tres que le corresponden más los cuatro de los trabajadores, tomando así control total.
De esta manera, el Banco, aunque no es una pulpería, se maneja como tal, con una Directiva maquillada, como pro tempore, pero por un plazo indefinido. En 15 meses tuvo tres presidentes, entre ellos el actual, Jorge Eduardo Sánchez, a quien la Sugef recomienda destituirlo junto con los directivos María Clemencia Palomo y Eduardo Navarro Ceciliano, por no cumplir con los requisitos de experiencia. El gobierno se niega a removerlos, pero lo digno sería que se retiraran antes de deteriorar aún más al Banco.
También es vergonzosa la actuación de la Asamblea de Trabajadores. Los sindicalistas que antes protestaban enérgicamente contra la injerencia de cualquier gobierno, ahora se esconden en sus madrigueras para no incomodar y dejar pasar. Miedo.
Esta coyuntura deja como lección que el modelo se agotó. No sirve. Los “trabajadores” se dejaron ningunear y la ley permite a un gobierno de turno hacer y deshacer a su antojo por decreto. El Banco perdió hace tiempo su identidad con los trabajadores para responder a intereses políticos. Esto es alarmante.
Sucedió ya con los bancos Anglo y Bancrédito; también, con Coopeservidores y Desyfin. La idoneidad de sus mandos no era la correcta. La indiferencia podría llevarnos a sufrir lo mismo en el Popular.
El autor es jefe de Redacción de La Nación.