El ciclo presupuestario en Costa Rica establece que el presupuesto nacional corre con el año calendario; es decir, del 1.° de enero al 31 de diciembre. El gobierno debe presentar el presupuesto a la Asamblea a más tardar el 1.° de setiembre del año anterior a que entre en vigor. La Asamblea tiene tiempo hasta el 29 de noviembre para aprobarlo o modificarlo.
Cuando se analiza el desempeño fiscal de un gobierno, esta peculiaridad del ciclo presupuestario nos presenta la dificultad de cómo asignar la responsabilidad de lo sucedido durante los años de cambio de poderes, cuando el gobierno saliente administra los primeros cuatro meses, y el nuevo gobierno los restantes ocho meses del año.
Si se trata de un año de elevado déficit, todo el mundo se quita el tiro. Es normal, en esos casos, que el gobierno entrante trate de sacudirse la responsabilidad: “Teníamos las manos amarradas porque el presupuesto fue elaborado por el gobierno anterior”, nos dirían. Por el contrario, si los resultados apuntan a un manejo hacendario prudente, nos cantan otra tonada: “Ni que nos hubiéramos pasado ocho meses vacacionando en el Ministerio sin tomar decisiones”.
Eso último, en efecto, es lo que me reclama el exministro de Hacienda del último gobierno de Óscar Arias, Guillermo Zúñiga, en un artículo publicado en este medio el pasado 27 de febrero, en respuesta a mi artículo “Mitos y falacias del déficit fiscal”, del 22 de febrero.
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Acciones. Por supuesto que el gobierno entrante puede tomar acciones, como subejecutar el gasto, para obtener un mejor resultado que el implícito en el presupuesto aprobado en el período anterior. Sin lugar a dudas, también, a don Guillermo debemos reconocerle un manejo fiscal prudente en ese primer año que estuvo al frente del Ministerio, así como en los dos siguientes.
En el 2006, año de la transición de Abel Pacheco a Óscar Arias, el déficit fue del -1,05 % del PIB. En los dos años siguientes, 2007 y 2008, el gobierno generó pequeños superávits (del 0,56 % y 0,18 % respectivamente), y esos han sido los dos únicos años con resultados fiscales positivos en el último medio siglo. Ello permitió, como en efecto lo señala don Guillermo en su respuesta, reducir el saldo de la deuda pública costarricense.
Sin embargo, muy a pesar de la esperable y apasionada defensa que hace don Guillermo de su labor en el Ministerio de Hacienda, es una práctica convencional en el análisis del desempeño fiscal de un gobierno asignar la responsabilidad por el déficit (o superávit) del año del cambio de poderes al gobierno saliente, puesto que es el que elabora el presupuesto correspondiente. El exministro, como colega economista, debería saberlo.
Don Guillermo, muy a su conveniencia, intenta corrernos el calendario un año para atrás, en aras de mostrar mejores resultados. Así, alega que el 2009 fue el “último año fiscal de la administración Arias”, y se vanagloria de haber cerrado con “un déficit del -3,4% del PIB”, a pesar de haber vivido en ese año “los efectos dolorosos de la Gran Recesión”. Aunque la cifra es cierta, no se ve bien que intente reescribir la historia para lavarle la cara a la segunda administración Arias Sánchez.
Responsabilidad. Don Guillermo no puede eludir su responsabilidad en la elaboración del presupuesto gubernamental del 2010, a pesar de haber dejado el Ministerio en agosto del 2009 para presentarse como candidato a diputado en febrero del 2010.
Recordemos: por ley, el presupuesto nacional debió ser presentado a más tardar el 1.° de setiembre, apenas cuatro semanas después de su retiro de Hacienda. La elaboración del presupuesto es un trabajo de muchos meses y para la fecha de su renuncia ya tenía que estar bastante avanzado.
Aun si el Dr. Zúñiga se lavase las manos con respecto al presupuesto del 2010, la administración Arias Sánchez no puede hacer las de Poncio Pilatos y poner cara de yo no fui. Es una pena que hayan borrado con el codo lo que antes escribieron con la mano.
En el proyecto de ley de presupuesto de la República 2010 (http://bit.ly/2H2Suyl), enviado a la Asamblea por la sucesora de don Guillermo a finales de agosto del 2009, se observa que el déficit fiscal proyectado para el 2010 fue del 5,0 % del PIB. El resultado real del ejercicio fiscal fue un déficit del 5,01 %. Casi idéntico.
De manera que sostengo lo que afirmé en mi artículo sobre mitos y falacias del déficit fiscal, y que incomprensiblemente molestó a Guillermo Zúñiga: “Óscar Arias recibió el déficit en un 1 % y lo entregó en un 5 %, Laura Chinchilla, a su vez, lo entregó en un 5,6 % y Luis Guillermo Solís lo lleva por el 6,2 %”. Y lo va a entregar en un 7,1 % si no se aprueba antes el paquete tributario al que los diputados actuales decidieron darle vía rápida hace unos días. La mona, no importa cuánto maquillaje le pongan, mona se queda.
El autor es economista.