El 11 de marzo se cumplió un año de que la Organización Mundial de la Salud declaró la pandemia de covid-19. Ha sido un año excepcionalmente difícil para la humanidad.
Más allá de sus alcances sanitarios, la pandemia ha tenido consecuencias devastadoras para la economía mundial y para la costarricense, derivadas tanto del impacto de las medidas de restricción para contener la tasa de contagio como de la respuesta precautoria de hogares y empresas que, ante el riesgo y la incertidumbre, y aun en ausencia de restricciones, reducen el consumo y la inversión.
Como resultado de la pandemia, en el segundo trimestre del 2020, Costa Rica experimentó una profunda contracción económica, para luego iniciar un proceso gradual de recuperación a partir del tercer trimestre, conforme se fueron levantando las medidas de restricción.
En línea con ello, el desempleo aumentó fuertemente hasta alcanzar un máximo del 24,4 % en el trimestre móvil a julio del 2020, y luego empezó a disminuir para llegar al 18,5 % en los tres meses a febrero del 2021. En ese período desde agosto se han creado 269.000 nuevos empleos y el número de desocupados se ha reducido en 105.000.
La mejora en la actividad económica en la segunda mitad del 2020 fue, de hecho, más vigorosa que lo estimado inicialmente, principalmente por el buen desempeño de las empresas en zonas francas.
Por ello, en el Informe de política monetaria, publicado el 30 de abril, el Banco Central revisa su estimación de crecimiento del PIB para el 2020 desde -4,5 % a -4,1 %. Esa contracción, si bien la mayor en nuestro país desde 1982, fue menos profunda que la de la mayoría de los países latinoamericanos, a pesar de que, a diferencia de muchos de ellos, Costa Rica no contó con espacio para un fuerte estímulo fiscal. Esa resistencia y baja volatilidad de la economía costarricense es reflejo de la alta diversificación y capacidad de ajuste de nuestro sector productivo.
A pesar del aumento en los últimos meses en los precios de las materias primas importadas y del tipo de cambio, la inflación se ha mantenido baja en Costa Rica, y los modelos del Banco Central sugieren que se mantendría por debajo de la meta del 3 % en los siguientes dos años.
En este contexto, el Banco Central ha mantenido una política monetaria expansiva, con bajas tasas de interés orientadas a contribuir a la recuperación económica y garantizar la estabilidad financiera. Ha apoyado esa postura mediante una holgada liquidez agregada, inyecciones de liquidez en mercados para aliviar tensiones esporádicas y la introducción de una facilidad especial de crédito para canalizar recursos en condiciones financieras favorables, por medio de los intermediarios financieros, a hogares y empresas afectadas por la pandemia.
Mirando al futuro, los organismos internacionales han mejorado sus perspectivas para el crecimiento económico mundial en el bienio 2021-2022, reflejo del fuerte estímulo fiscal en algunas de las grandes economías, y en particular en los Estados Unidos, así como del avance en el proceso de vacunación.
En línea con los mejores pronósticos para la economía mundial, el Banco Central revisó la proyección de crecimiento de la economía nacional para el 2021, del 2,6 % al 2,9 %. La revisión al alza refleja también el mayor gasto esperado en la atención de la pandemia, y es parcialmente contrarrestada por el menor ingreso previsto de turistas en el 2021, consecuencia de la baja visitación durante el primer trimestre de este año por las medidas sanitarias adoptadas en Estados Unidos y muchos países europeos.
En términos agregados, el crecimiento económico proyectado para los años 2021 y 2022 sería liderado por un incremento en el consumo y la inversión, que se sustentaría en el levantamiento gradual de las restricciones sanitarias, en las medidas de política del Banco Central y las autoridades financieras para apoyar las condiciones crediticias, en la reducción de la incertidumbre sobre la situación fiscal y la mejora de la confianza de consumidores y empresarios.
Las proyecciones de crecimiento del Banco Central se basan en dos supuestos importantes: la contención de la pandemia en el mundo y en nuestro país y la aprobación, en el ámbito nacional, de los proyectos de ley enmarcados en el convenio con el FMI.
Esos dos supuestos se tornan también en los principales factores de riesgo para las perspectivas. La evolución de la pandemia seguirá teniendo un papel central en el ritmo de actividad económica mundial en los próximos años. Y esa evolución está todavía sujeta a una elevada incertidumbre; por ejemplo, en relación con el avance de las campañas de vacunación y la aparición de mutaciones del virus.
En este sentido, el fuerte aumento reciente de los contagios en Costa Rica, que está obligando a las autoridades sanitarias a retomar medidas de restricción, constituye un factor que, de no controlarse, podría frenar la recuperación económica.
El otro riesgo principal para las proyecciones tiene que ver con la aprobación legislativa de los proyectos de ajuste fiscal y de los créditos multilaterales de apoyo presupuestario. Como consecuencia del golpe económico por la pandemia, y para restablecer la sostenibilidad de las finanzas públicas y el crecimiento, el país requiere un ajuste fiscal adicional al que introdujo la Ley 9635 de diciembre del 2018.
Ese ajuste es fundamental también para cumplir los compromisos adquiridos con el FMI y mantener vigente el sello de confianza en las políticas macroeconómicas del país que ese convenio representa.
El respaldo del FMI le permitirá al país mitigar la incertidumbre por la situación fiscal y el proceso electoral que se avecina, acceder a financiamiento en condiciones más favorables, asegurar un menor gasto por intereses y una menor presión del gobierno en el mercado local, y potenciar la recuperación económica y la generación de empleo.
Por el contrario, la ausencia de esas aprobaciones comprometería la estabilidad macroeconómica y financiera del país, vía mayores tasas de interés y posibles tensiones de liquidez y cambiarias, con efectos negativos para el crecimiento y el bienestar.
Nuestra economía está en la senda de la recuperación. Para mantenerse y avanzar en ella con fuerza, el país demanda hoy el compromiso de todos los ciudadanos para contener la pandemia y de la Asamblea Legislativa para aprobar las medidas enmarcadas en el convenio con el FMI. Confío en que sepamos atender, con responsabilidad, el llamado de los tiempos.
El autor es presidente del Banco Central.