Celebramos hoy el Día de la Democracia en el país. Costa Rica es una república democrática, libre, independiente, multiétnica y pluricultural. Una oración breve, pero poderosa. Sencilla y a la vez compleja.
La fecha es propicia para resaltar la importancia de nuestros valores cívicos y democráticos, no con la intención de hablar sobre cómo hemos sido líderes en la materia, sino para poner de relieve la realidad que enfrentan, la amenaza que los acecha y cómo protegerlos y fortalecerlos.
Erróneamente se cree que democracia es tener voz y voto para elegir a los gobernantes. Aunque es un pilar de la convivencia democrática, va mucho más allá.
No se puede vivir en democracia si no se aseguran las condiciones óptimas para el pleno goce de los derechos humanos. Pervive el mito de que existen solo tres derechos básicos, lo cual es falso.
Concepto de libertad en una democracia
Por ejemplo, existe el derecho a la libertad, pero también a la igualdad, equidad y justicia en condiciones dignas. No podemos decir que defendemos la libertad si lo hacemos selectivamente e irrespetamos la diversidad cultural o social.
La libertad de expresión no significa la tolerancia del discurso de odio, sino su erradicación y la promoción del diálogo y la comunicación asertiva entre diversas ideologías políticas o formas de pensar.
La libertad de credo no es la imposición, sino la coexistencia entre creyentes, al igual que no creyentes o ambivalentes. La libertad no consiste en defender la desigualdad y el enriquecimiento de grupos privilegiados a expensas de los discriminados o vulnerables, sino en defender y luchar por equidad y justicia para todos.
La labor de los defensores de la democracia y la libertad contrasta con el silencio ante la opresión. La libertad no debe ser individual, sino colectiva.
En la democracia real, existe el derecho a la vivienda, la salud, la educación, el trabajo decente, a un medioambiente sano, al agua, a la convivencia, a las oportunidades, a espacios de desarrollo, al respeto, al desarrollo sostenible y a no ser discriminado.
También, a la participación ciudadana, a la libertad de expresión y al poder de velar por la transparencia, honestidad y lealtad de los gobernantes.
La labor democrática va de la mano de la educación cívica y de informarnos sobre la realidad nacional, tomando en cuenta distintas perspectivas y posibilidades.
La labor cívica y democrática va de la mano de la garantía, defensa y protección de la representación, y de la toma de decisiones en igualdad de condiciones.
Convivencia en democracia
Mujeres, jóvenes y minorías son dejadas de lado en muchas partes del mundo, aun cuando, en teoría, la democracia debe garantizar la libertad y participación a todas las personas.
Por esta razón, debemos seguir trabajando para fortalecer nuestra democracia y el artículo primero de la Constitución, que resalta la multietnicidad y pluriculturalidad de nuestra nación. La sana convivencia sociocultural es fundamental para el refuerzo de la democracia.
Recordemos que el segundo artículo de la carta magna se refiere a la soberanía nacional, que recae en el pueblo. Quienes gobiernan legislan, pero es el pueblo quien tiene el verdadero mandato. Porque es la gente la que trabaja pese a las adversidades para sacar adelante al país.
Somos usted y yo los que elegimos según la Constitución Política, y sufrimos las consecuencias de gobiernos y regímenes irresponsables.
Por el contrario, se beneficia la sociedad cuando sus gobiernos actúan para garantizar el desarrollo sostenible y cumplir con los derechos humanos, dado que la realidad de cada quien es diferente y puede variar, por lo que se necesita empatía, comprensión y justicia social que beneficie intrínsecamente a todos.
No es ningún secreto que la democracia costarricense se encuentra en decadencia. Diferentes actores buscan el establecimiento del autoritarismo mediante la promoción de la autocracia, la demagogia, el despotismo y el personalismo político.
En el gabinete se pronuncian discursos peligrosos contra la institucionalidad democrática. La sombra de la opresión se alza ante nosotros, pero por ello debemos ser conscientes de que el poder reside en lo más profundo del pueblo.
Creo fielmente que ante el autoritarismo y la autocracia debemos estar unidos y defender los valores cívicos, los derechos humanos y, por tanto, la democracia.
El trabajo y la paz que se resalta en nuestro himno no debe ser tan solo verbal, sino también puesto en práctica mediante la justicia social.
La autora es activista cívica de 17 años.